Más de un centenar de personas acuden semanalmente a los especialistas en salud sexual del hospital Reina Sofía de Córdoba. Según el doctor Pablo Campos, jefe de la sección de Urología y miembro de la unidad de Andrología y Medicina Sexual del Reina Sofía, las principales patologías a las que, en general, se enfrenta el hombre son la disfunción eréctil, que afecta al 50% de las personas entre 40 y 70 años; la eyaculación precoz, con una incidencia de entre el 5% y el 30% en mayores de 18 años, y la pérdida del deseo, que se da en un 6% entre 40 y 80 años. Además, «cada vez hay una mayor incidencia», afirma, en parte, debido a los malos hábitos, base sobre la que se asientan. Pero el aumento de la edad media y el incremento del número de pacientes que acuden a consulta hace que, también, se ponga el foco sobre los problemas sexuales. En el área específica de Andrología y Medicina Sexual del Reina Sofía se suele atender a unos 90 pacientes a la semana.

La disfunción eréctil hace referencia a la incapacidad de alcanzar o mantener una erección y va en aumento con la edad. Esta patología tiene, además, una faceta de alarma, de pista, ya que detrás puede esconderse una enfermedad cardiovascular, explica el doctor. El pene es un vaso de sangre y por ello los factores de riesgo son los mismos, de ahí que sea tan importante su detección y tratamiento. Por otra parte, la eyaculación precoz es la incapacidad para controlar la eyaculación, que se produce antes o inmediatamente iniciado el acto. Según Pablo Campos, no hay una causa detectable, sino que se puede deber a varias, como una infección urinaria, una disfunción eréctil o la alteración de las hormonas tiroideas. Esta genera relaciones insatisfactorias y puede desencadenar en angustia y frustración. Además, en este caso, la incidencia también se incrementa con la edad. En último lugar, los problemas relacionados con el deseo pueden tener su raíz en el hipogonadismo masculino, síndrome que conlleva un déficit de testosterona. Los afectados, entre otras cosas, tienen mayor tendencia a la obesidad, disminución de la masa muscular y aumento de la osteoporosis.

En el caso femenino, la sexóloga Carmen Jurado, del área de Salud Sexual del hospital Reina Sofía, que atendió unas 2.000 consultas en el 2017, señala que los trastornos «están todos relacionados». Jurado es enfermera y experta en sexología. En el hospital trabaja como enfermera y centró su trabajo en el área de salud sexual femenina.

En lo que se refiere al interés o la excitación, el dolor -que no es un trastorno- puede jugar un papel fundamental, por lo que se requiere tenerlo en cuenta. La sequedad vaginal, que afecta a entre un 20 y un 30% de las mujeres, puede ser una de las causas. Carmen Jurado hace incidencia en tachar el igual que une a lubricación y excitación. No son lo mismo, aunque puede presentarse una alteración de la excitación que conlleve una pérdida de la líbido. Otra posibilidad, la ausencia de orgasmo. «El ritmo también es importante», sostiene. Por lo tanto, práctica e interés pueden ser inversamente proporcionales. Por otra parte, la edad puede ir acompañada de una reducción del mismo, para lo que la sexóloga sugiere buscar y ofrecer nuevos estímulos. En estos casos, la experta señala que se debe tener en cuenta si el problema es situacional o generalizado. A la hora de la penetración, Carmen Jurado resalta la contracción de la vagina que provoca el vaginismo como uno de los problemas principales. Este puede tener una raíz psicológica o física y puede variar de nivel desde el leve hasta el severo. Pero, más allá de lo físico, hace hincapié en el entorno. «El contexto cultural influye mucho», aunque también entran en juego las características psicosociales, señala.

La detección supone el paso previo a la hora de enfrentar estas patologías o trastornos, pero «están infradiagnosticados» por la escasez de preguntas de los prefesionales y por el factor cultural, ya que los pacientes sienten vergüenza, apunta Pablo Campos. Los problemas sexuales, al margen de las consecuencias que puedan ocasionar en la salud, repercuten socialmente y pueden llegar a dañar las relaciones de pareja.