«Si quieres realmente gente convencida del cambio climático, habla con los agricultores». El consejo es de José Antonio Jiménez Berni, científico titular del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS) del CSIC, una institución que trata de dar respuesta a los problemas de la agricultura mediterránea en su adaptación al cambio climático. Actualmente, el IAS tiene tres líneas de investigación: la agronomía, que persigue, por ejemplo, un uso más eficiente en el manejo del agua; la protección de cultivos y la mejora genética. «Necesitamos variedades que estén mejor adaptadas a las altas temperaturas, a las seguías, y que permitan un ahorro de agua en los cultivos», comenta.

La línea de investigación de Jiménez Berni se centra en el uso de las nuevas tecnologías (sensores, cámaras y drones) aplicadas a la agricultura: «Tratamos de entender cuándo una planta necesita riego, porque somos capaces de escucharla aplicando la tecnología y teniendo en cuenta, por ejemplo, las previsiones que hablan de patrones de lluvia cada vez más errática y con periodos de sequías cada vez más largos y una mayor aridez de la tierra», dice. «El calentamiento global es un hecho que tiene consecuencias, algunas positivas y otras negativas, pero es un hecho». Jiménez Berni recuerda que hace diez años, cuando hizo su tesis, los niveles de CO2 eran 370 partes por millón, ahora están en 415. «Lo que me asusta del cambio es que está sucediendo en generaciones», apunta. En el campo cordobés, el adelanto de las cosechas es un buen ejemplo. «Los dueños de viñedos franceses están comprando fincas en el sur de Inglaterra y en Montilla, donde desde la época romana se ha cultivado el vino, se están yendo para el norte o subiendo en altura los cultivos», recuerda.