Me lo decía José Galán. "Sabes que hay mucha gente mal, pero crees que no te va a pasar a ti hasta que te toca y dices ¡ya está aquí!". En ese momento, cuando uno no encuentra agarraderos a los que asirse, ¿quién no caería deprimido?. Lo ideal sería que ahí la familia, los amigos o, en su defecto, el resto de humanos echara una mano al que está cayendo. En las tribus africanas se hace. No hay duda. Si estás mal, todos te ayudan. Lástima que aquí seamos mucho más civilizados.