La solidaridad no está solo en el acto generoso de, por ejemplo, entregar unos paquetes de comida a la salida del supermercado. Por supuesto que el gesto tiene su valor, y desde luego sin este paso no se podría contar con los 200.000 kilos de alimentos que, por ejemplo, ha obtenido este año el Banco de Alimentos Medina Azahara gracias a la generosidad de los cordobeses.

Pero lo principal que se le dona al banco no es leche, azúcar, legumbres, pasta... Es tiempo.

Un mes después de la gran recogida de alimentos, una campaña que se realiza a nivel europeo y que en España movilizó este año a 130.000 voluntarios para recoger 22 millones de kilos de alimentos, en Córdoba la operación no ha terminado. Ni mucho menos. Sigue llegando material y queda clasificar, embalar, registrar informáticamente, transportar y entregar por un orden de prioridades y de existencias los lotes a las 253 asociaciones colaboradoras de toda la provincia, que, a su vez, serán las que los repartan directamente a las familias.

Los ‘imprescindibles’

En todo caso, si en Córdoba el Banco de Alimentos puede llegar a contar con 3.000 voluntarios para grandes movilizaciones, más útil aún es el tiempo que dedica ese centenar de voluntarios más habituales, aquellos que, como Joaquín Lora, prejubilado de banca, busca ncon sus horas de trabajo «devolver a la sociedad un poco de lo que me ha dado», decía el viernes mientras clasificaba alimentos que aún van llegando a la nave, enormes cajas con los nombres de las entidades que recogieron el material: Jesús Nazareno, el colegio Al-Andalus, el Tirso de Molina, un club de baloncesto, el Consejo de Estudiantes, Covisa, Salsianos, el Juan de Mena, Hipercor...

Y es que la tarea es ingente. No se trata de meter en cajas lentejas con lentejas y leche con leche. Hay que ver las fechas de caducidad, tener en cuenta la trazabilidad, que no sobrepase el peso de las cajas los 15 kilos, los especiales alimentos infantiles... Así, se lo enseñaba Manuel García y José Valdivia a un grupo de 20 alumnos y tres profesores del IES Maimónides, que el viernes, dentro de un programa del centro, acudieron a echar una mano.

Pero ese trabajo oscuro de la solidaridad es aún más técnico, reglado, preciso y eficaz. Basta entrar en la oficina y ver cómo se preparan los pedidos de las asociaciones conjugando la disponibilidad y las necesidades.

Así, cada asociación tiene un registro de sus entregas y puede acceder a la información de todo lo recibido durante un periodo para planificarse mejor. Más aún, ya saben qué día del mes en el 2018 recibirán los lotes. Y es que, si importante es la cena de Nochebuena, más lo es aún para esas familias la comida del día siguiente, y la del otro, y la del otro... una necesidad que solo se cubre con esa otra cara de la solidaridad que, además de tener también corazón, tiene mucha, muchísima cabeza.