Hablar con Juan Jiménez de La Sierra de Córdoba y los incendios forestales provoca sensaciones encontradas: da tanta confianza en el buen juicio, los valores y la valentía del ser humano como angustia y desazón por esa espada de Damocles que es todo fuego en la Sierra, porque «no nos damos cuenta de que en unas horas... nos quedamos sin Sierra. Como coincidan un par de circunstancias y en una determinada zona... esto puede ser tremendo».

Y de eso Juan Jiménez sabe, ya que es el coordinador del grupo de pronto auxilio de las Siete Fincas, una entidad que es toda una institución no solo en el campo del voluntariado, también un referente vecinal y de convivencia en la Sierra.

Pero dejemos a un lado otros aspectos sociales y centrémonos en lo puramente material, en las cifras y en el objetivo último del grupo, que es apagar el fuego: hablamos de 60 voluntarios que ya no se limitan solo a las Siete Fincas (también están en El Jardinito o Trassierra), 30 años de experiencia, cientos de horas de prácticas en estas tres décadas, dos vehículos autobomba (uno de ellos ya con 500.000 kilómetros, como para dar la vuelta al mundo más de 12 veces), un material que hay que cuidar mucho porque tiene su años y otros equipos nuevos que llegan con cuentagotas.

Intervención en julio

Y en cuestión de intervenciones, ya este año hay que destacar una: su actuación en el fuego de 20 hectáreas en las inmediaciones del Club Mirabueno (antiguo Club Asland) en la complicada noche del 28 de julio, cuando los efectivos del Infoca trabajaban en otro incendio y los bomberos del SEIS junto a los voluntarios de grupo aguantaron el tipo hasta la llegada de los refuerzos definitivos.

«A nadie le duele un fuego en la Sierra como a quien vive en ella», sentencia Jiménez, que destaca tanto alegrías como sinsabores en lo que se refiere al apoyo de las administraciones. Ahí están los cursos y los equipos de protección individual que el Infoca les facilita todos los años, así como el recién aprobado al apoyo unánime del Pleno de julio, después de 5 corporaciones municipales, para dotarles de recursos mediante un convenio de colaboración «o de la forma que mejor proceda». Lo malo, que mucho se temen que este acuerdo se quede en agua de borrajas tras tantos años sin ayuda municipal de ningún género, explica Jiménez.

«Aquí nadie trabaja por la prevención. Echan herbicida en las cunetas. Sí. Pero las carreteras, que cuida la Diputación, necesitan más, y hay carreteras que son auténticas ratoneras».

Pero, sobre todo, quizá el mayor mérito del grupo de pronto auxilio sea conocer mejor que nadie la situación de la Sierra y sus potenciales peligros. «Hay que coordinarse, no puede haber casas en un fondo de saco rodeadas de maleza. No se previene y parece que a nadie le importa», se queja Jiménez.