Cada vez son más las llamadas de cordobeses que solicitan a los bomberos ayuda ante la presencia de enjambres o colmenas de abejas (una especie protegida) en la ciudad. Son miles y se alojan en diferentes lugares como los árboles, las juntas de dilatación entre dos edificios, los tubos del aire acondicionado o el cuadro eléctrico de una vivienda, y se aconseja que solo intervengan para retirarlas profesionales especializados. El jefe del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) del Ayuntamiento de Córdoba, Juan Rubio, explica que las actuaciones se realizan en primavera y en la de este año han contabilizado un total de 38, mientras que en el 2016 fueron 14 y en el 2015 hicieron solo 2. En su opinión, «el incremento ha sido muy llamativo en los tres últimos años, aunque es un periodo muy corto y no se pueden sacar conclusiones».

A pesar de esto, sí confirma que la cifra del 2017 es récord y, concretamente, solo en el mes de abril se produjeron 22 intervenciones, prácticamente, una cada día. La abeja es el animal que más requiere de su actuación y esta situación puede deberse a distintos factores como una mayor sensibilización por parte de la ciudadanía o que antes Sadeco asumiera más trabajos «y ahora se nos deriven a nosotros de una forma un poco más generalizada». De este modo, tampoco hay que olvidar las dificultades que presenta el acceso a lugares como la cornisa de un edificio, donde llegan a formarse los enjambres.

Hace alrededor de un lustro que los bomberos cordobeses recibieron formación y se dotaron de equipamiento específico (de apicultor) para manejar y retirar las abejas en la capital. Juan Rubio detalla que el incidente más habitual es la aparición de un enjambre y explica que este tiene lugar cuando la abeja reina vieja es expulsada de la colmena y la acompañan zánganos y obreras, que se sitúan en algún espacio de forma provisional. En este sentido, precisa que el enjambre se forma de manera muy rápida (en solo unos minutos) y genera alarma en la población, comentando también que «hace muchísimo ruido y la gente le tiene respeto», aunque las abejas no suelen estar muy agresivas. Una vez que el SEIS las recoge, se entregan a un apicultor.

De este modo, el jefe del servicio aclara que estos casos se resuelven con más facilidad, pero cuando se trata de colmenas «recurrimos habitualmente a apicultores», ya que se trata de una labor más complicada, en la que estos animales están muy agresivos y pueden picar a varias decenas de metros de distancia.

Ante el riesgo que implica esta tarea, cuando un bombero presenta una alergia se lo comunica al mando y no interviene, sino que lo hace otro compañero. Juan Rubio añade que «con los enjambres, con cierto cuidado, no suele haber problemas porque van muy protegidos».

Este servicio no tiene ningún coste para quien tiene el problema, aunque el responsable del SEIS precisa que «hay casos en los que hay que decir al ciudadano que no tiene una solución ni directa ni fácil», ya que algunas situaciones son más complicadas. Así, señala a modo de ejemplo que «a veces las abejas se introducen por juntas de dilatación de dos edificios y crean una colmena a una distancia de tres o cuatro metros de la fachada», para llegar hasta ese lugar quizá hay que romper muros, tabiques, cerramientos o cubiertas y esto no lo hacen los bomberos, sino que el afectado debe buscar una empresa que le prepare el agujero para poder intervenir. A esto se suma el peligro que esta labor conlleva y la advertencia de que «no basta con que vayamos protegidos los que estamos en el entorno más cercano», recuerda.