María y Manuel Ángel llevan 19 años casados y tienen nueve hijos de 17, 16, 14, 13, 11, 8, 6, 4 y 3 años y aún están dispuestos a que vengan más. «Los que Dios quiera», dice María convencida. Ella viene de una familia numerosa y siempre quiso tener la suya propia. «Cuando nos casamos éramos conscientes de que podríamos tener muchos hijos, todos los que Dios nos quisiera regalar», afirma, «a mucha gente le parece una locura, pero nosotros estamos rodeados de familias numerosas». Aunque reconocen que supone mucho trabajo, «siempre digo que han venido de uno en uno y que te vas acostumbrando poco a poco». A los niños les gusta. «Tener un nuevo hermano es una alegría, siempre quieren más». María se quedó embarazada a los tres meses de casarse, así que prácticamente no han pasado tiempo solos, pero se muestran convencidos de que no han renunciado a nada. Su vida está llena de anécdotas. «Allá donde vamos siempre surgen las mismas preguntas, a veces hacemos apuestas a ver cuánto tardan en contarnos o preguntarnos si todos son nuestros, nos preguntan de todo», bromea María. Maestro de profesión, actualmente solo trabaja Manuel Ángel. «Yo también soy maestra, pero dejé de trabajar cuando nació el octavo», comenta María. Sobre la organización, afirma que es más sencillo de lo que pueda parecer. «Si lo piensas, ahora tenemos muchas más facilidades que antes, cuando nuestras abuelas tenían muchos hijos y no había ni pañales ni lavadoras». En su opinión, el secreto está en desear tener una gran familia y «cambiar el orden de prioridades». A diferencia de una familia con uno o dos hijos, ellos ahorran utilizando la ropa o prescindiendo de ciertos gastos como viajes de estudios, pero eso no les quita el sueño. «En mi casa pasaba igual y yo no me he traumatizado», comenta María. Eso sí, también viajan con ellos. «Tenemos una furgoneta de nueve plazas y un coche y cada uno conduce uno», relatan, «lo cierto es que no nos aburrimos nunca».