Mari Pérez lleva más de tres años esperando que la Junta de Andalucía le conceda la ayuda a domicilio que solicitó para su madre, Carmen Moreno. «Mi madre tiene 82 años, 83 hará en agosto, vive en un cuarto piso sin ascensor, en un bloque donde no se puede instalar, y ya se ha caído varias veces porque necesita ayuda para su higiene personal y para vestirse», explica su hija. «La solicitamos por primera vez hace más de tres años y nada, y hace unos meses lo hemos vuelto a solicitar porque ha empeorado». Carmen no confía demasiado en la ley de dependencia. «Ya pasó con mi padre, llevábamos mucho tiempo esperando su prestación porque tenía Párkinson, pero no llegaba y me lo llevé a mi casa para cuidarlo. Nos llamaron de la dependencia unos días después de que muriera», recuerda.

Su madre está en mejor estado que él, pero tanto Mari como su hermano, que acuden siempre que pueden a verla, temen que se caiga estando sola y no pueda avisar. «La última vez ocurrió el 31 de diciembre, mientras se vestía, cuando iba a ponerse el pantalón, estaba sola y llamó al botón rojo, nos avisaron del 112, se escurrió y se rompió un tendón, le dieron puntos y se llenó la cara de magulladuras». Mari vive en el barrio del Guadalquivir y su madre en el Sector Sur, «pero tengo tres hijos, un trabajo y aunque vengo a menudo, no puedo ir todos los días a levantarla, asearla, ir a comprar con ella lo que necesite y demás, por eso hemos solicitado unas horas diarias de ayuda a domicilio, pero quién sabe cuándo nos harán caso», lamenta.