Zapatos destrozados, prendas desperdigadas a lo largo del perímetro fronterizo… A media mañana de ayer jueves el paisaje junto a la valla de Ceuta, en la zona conocida como Berrocal, daba cuenta de la magnitud del intento de entrada irregular a suelo español. Unos 800 inmigrantes, en su mayoría de origen subsahariano, lo intentaron a primera hora, y 602 lo lograron, según las cifras manejadas por las fuerzas de seguridad, que lo califican ya como la entrada más masiva de las registradas por vía terrestre en los últimos años. Pero las autoridades han llamado la atención especialmente sobre la «virulencia» del salto, ya que los extranjeros iban pertrechados con todo tipo de artilugios para defenderse, entre ellos botes de cal viva, excrementos y sprays como lanzallamas, causando lesiones leves y quemaduras químicas a 22 agentes de la guardia civil que tuvieron que ser atendidos en centros sanitarios locales.

Los vecinos de la populosa barriada de El Príncipe se despertaron sobresaltados en torno a las 6,30 horas de la mañana con el tumulto, las carreras y los gritos de «boza, boza» (victoria en lengua fula, propia del África occidental). A la carrera, cientos de personas habían logrado saltar la valla y se dirigían al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde esperaban compañeros de desdichas al otro lado de la frontera que se arriesgaron antes.

COLAPSO TOTAL / El centro, con 600 ocupantes, está ya por encima de su capacidad dado que el colapso de los servicios de acogida en Andalucía ha bloqueado las salidas a España, por lo que sus responsables estaban preparando tiendas militares de campaña para acoger a los recién llegados. Entre los que lograron saltar iban numerosos jóvenes, incluso menores. Algunos iban descalzos, y muchos de ellos mostraban profundos cortes provocados por las concertinas que aún protegen la parte superior del vallado. Según confirmó Cruz Roja, 132 personas resultaron heridas de diversa consideración, y una docena de ellas tuvieron que ser trasladadas al hospital Universitario de Ceuta con fracturas y heridas más complicadas que requirieron intervención quirúrgica.

El salto se había producido casi una hora antes en el tramo de la finca Berrocal, el más débil de la valla porque las cámaras dejan más ángulos ciegos y permiten a los inmigrantes el efecto sorpresa. Así ocurrió esta vez, y cuando los guardias civiles españoles y los gendarmes marroquíes se dieron cuenta ya tenían a cientos de personas encaramadas a la valla con cizallas para cortar el metal. Cuando lograron reaccionar, la guardia marroquí frenó a un grupo, mientras que los agentes españoles pudieron contener a varias decenas, que fueron devueltos en la doble valla a Marruecos. Muchos de los extranjeros llevaban recipientes con «excrementos, orín y un líquido blanco» que han identificado como cal viva que lanzaron a los agentes, lesionando a una veintena de guardias que tuvieron que ser trasladados al hospital. Tras ser tratados por contusiones, quemaduras, trastornos respiratorios y conjuntivitis, fueron dados de alta. Una vez en suelo español, la Guardia Civil denunció que los inmigrantes también apedrearon a los agentes y los vehículos oficiales.