La Unidad de Trastornos Respiratorios del Sueño del Reina Sofía tiene en la actualidad a unos 5.400 pacientes en supervisión y tratamiento, siendo estas patologías de las enfermedades crónicas más prevalentes y con más necesidad de control en el área neumológica.

Para Bernabé Jurado, «la apnea del sueño representa un problema de salud pública, ya que repercute en áreas muy diversas. Debemos conocer por qué se producen las interrupciones del sueño y el escaso porcentaje de sueño profundo. Ambos aspectos son analizados durante el sueño en personas que tienen paradas respiratorias, ya que éstas terminan con una reacción cerebral, una orden que restaura el ritmo respiratorio, lo que origina un sueño con constantes interrupciones y de mala calidad». Es mportante hacer una prueba (polisomnografía) que defina la existencia de la apnea del sueño y la gravedad de la misma. Dicha prueba, mediante unos sensores neurológicos, permite conocer la cantidad y la calidad del sueño. Además, aporta información sobre la existencia de paradas respiratorias completas o parciales, así como la alteración que producen en el oxígeno.

«La apnea del sueño y la somnolencia diurna aumentan hasta 7 veces la posibilidad de sufrir accidentes de tráfico, probabilidad que se puede ver incrementada por otros factores como los turnos de trabajo nocturnos, la falta continua de sueño o la ingesta de alcohol o de medicamentos. Por otro lado, son importantes también las repercusiones sociolaborales. En un estudio realizado en nuestro ámbito, los pacientes con apnea, a diferencia de las personas sin este problema, presentaban más bajas laborales de larga duración (de más de 30 días) y menor productividad laboral», añadió Jurado.