El año pasado, Black mirror, la famosa serie de Charlie Brooker sobre los efectos colaterales de la tecnología, sorprendió entregando un raro final feliz: el de San Junípero, una historia de amor en tonos neón con hit ochentero de Belinda Carlisle como tema principal. En realidad era un final relativamente feliz, pero, desde luego, insólito en el contexto de Black mirror, una antología de historias generalmente deprimentes sobre las posibilidades más oscuras de redes sociales, gadgets, realidad virtual o aumentada… «Veo las noticias, y me empapo de lo que está pasando», dijo Brooker, quien escribe o coescribe todos los guiones. «Pienso en lo peor que podría pasar, y lo escribo».

La gran aceptación de San Junípero, episodio favorito de fans y ganador de dos premios Emmy, podría haber marcado la siguiente temporada de la serie, ya cuarta, segunda para el canal Netflix, que podrá verse completa desde hoy. Pero sus responsables han preferido seguir siendo imprevisibles.

Quien prefiera, con toda lógica, entrar sin información previa en esta cuarta temporada quizá debería dejar de leer aquí. Quien siga leyendo tampoco encontrará spoilers muy graves: tan solo premisas básicas de los seis nuevos episodios. ¿Puede el espectador digerir una temporada especialmente amarga de Black mirror mientras deja atrás un año plagado de catástrofes a todos los niveles como el 2017? La pregunta no parece haber pasado por la cabeza de Brooker y socios, quienes han decidido conducir Black mirror a nuevos niveles de oscuridad nihilista y apostar a menudo por el terror puro.