'La brújula dorada' no es, ni de lejos, el desastre artístico que se suele decir. Tampoco fue un descalabro comercial: hizo 372 millones de dólares en todo el mundo, más del doble de su presupuesto; simplemente, hizo menos dinero del que se esperaba en Estados Unidos. Algunos quisieron boicotearla por su contenido antirreligioso. Otros, por no ir lo suficiente en contra de la religión. Casi nadie pareció quedar contento, salvo, quizás, quien no tuviera mucho apego por la obra original.

Doce años después, el universo desarrollado por Philip Pullman en la saga literaria 'La materia oscura' cuyo primer volumen, aquí titulado 'Luces del Norte', adaptaba 'La brújula dorada' regresa a las pantallas; ahora las de televisión, u ordenadores portátiles, o móviles, o donde sea que cada uno vea las producciones de BBC y HBO.

Mencionamos a estos dos titanes porque han sido necesarios los medios de ambos para poner en marcha esta versión en formato serie, la más cara de BBC hasta la fecha. Aunque anunciada en noviembre del 2015, fue con la suma de HBO al proyecto como coproductora y distribuidora internacional cuando realmente la maquinaria cogió brío. Casi todo el presupuesto ha ido dirigido a los efectos especiales, en los que una buena adaptación de 'La materia oscura' no puede escatimar.

Desde el lunes podremos ver, en HBO, ese mundo parecido al nuestro pero también muy diferente, donde el alma de las personas habita fuera de su cuerpo en forma de animal o la posibilidad de mundos paralelos es menos una utopía que una realidad visible en el cielo.

Una heroína legendaria

Nuestro cicerone en esta mitología tan científica como sobrenatural es Lyra Belacqua (Dafne Keen, la Laura de 'Logan'), heroína entre salvaje y civilizada, según algunas voces proféticas destinada a "traer el fin del destino". A la búsqueda de un amigo secuestrado, Lyra se embarca en un viaje extraordinario a las tierras más inhóspitas del norte, donde topa con osos acorazados, el enigmático Polvo y otras maravillas.

Al menos en sus dos primeros episodios, esta adaptación de la obra de Pullman parece la definitiva. De entrada, como ha explicado la productora Jane Tranter en alguna entrevista, la serie tiene algo que la película no tenía: tiempo. Hasta ocho horas para desenredar las complejidades del primer tomo de esta inversión del imaginario de 'El paraíso perdido' de Milton. Con suerte, serán otras ocho para el segundo. Y puede que incluso más para el tercero.

Y a nivel de forma, 'La materia oscura' casi redefine lo que es posible e imposible en televisión. Ya desde su extraordinaria secuencia de créditos, la serie es un deleite visual, e incluso los temibles animales digitales resultan convincentes, integrados con delicadeza y pericia. Ojalá siga y acabe bien y conduzca a aún más gente hacia los libros.