Álvaro Morte (El secreto de puente Viejo, Amar es para siempre) interpreta a El Profesor en La casa de papel.

-¿Qué puede contar del final de ‘La casa de papel’?

-Yo grabo lo que me corresponde a mí, pero no sé lo que hacen mis compañeros. Veo los episodios cuando se emiten y muchas veces me sorprenden, porque si los guiones son ya excepcionales, desde producción, montaje y posproducción los hacen subir tanto que en casa los disfrutas muchísimo, aunque ya sepas el guion. Lo único que puedo decir es que el director y el productor, que ya han visto estos capítulos montados, me han comentado que sube un escalón con respecto a la primera temporada. Y que el nivel de trama entre El Profesor y la inspectora cada vez va a ir a más.

-¿A qué atribuye el éxito de esta serie?

-Creo que pone sobre la mesa un nivel de calidad muy alto, en cuanto a factura, iluminación, dirección de arte y montaje. Los guiones son muy buenos y los compañeros son unos borricos delante de una cámara. Me quedo a cuadros con sus interpretaciones. Disfruto mucho trabajando con ellos.

-¿Cómo ve a su personaje en esta recta final?

-El Profesor no es una persona tranquila. Lo tiene todo controlado, pero las cosas se van poniendo cada vez peor. Dentro de la fábrica cada vez hay más tensión y a El Profesor se le va poniendo difícil controlar todo esto. Su cometido es dirigir la operación y organizar a sus mandos. Pero si los mandos no están, tiene un problema serio.

-¿Se va a derramar mucha sangre?

-El género de atracos siempre ha sido de disfrute y entretenimiento. Hemos valorado mucho la sorpresa y la habilidad de los atracadores, pero no deja de ser un robo, que es algo feo. Creo que eso está muy equilibrado y no todo es bonito. Otra cosa es que queramos meterle humor, porque hasta en los entierros nos reímos todos.

-¿Qué ha supuesto esta serie para su carrera?

-Es verdad que se me están abriendo muchas puertas que antes tenía más lejanas. Hablo de hacer cine y de proyectos fuera de España. Me están llamando. Ahora parece que Álvaro Morte está ahí por estar en una serie de prime time. Vengo de hacer series diarias y mucho teatro. Me acuerdo mucho de los compañeros que no están en activo y que llevan años esperando un casting. Me siento afortunado, porque no he dejado de trabajar desde hace muchísimos años. De repente, con el prime time parece que existes. Y eso me parece muy injusto. Creo que lo que se hace en las series diarias de tarde tiene un valor tremendo porque es muy difícil. Tengo unos compañeros que hacen un trabajo exquisito.

-¿Cuál es el elogio más bonito que ha recibido?

-Cuando estrenamos La casa de papel en el cine Capitol de Madrid, un montador de la serie con el que había coincidido en otra ficción hace muchos años me dijo: «Tengo que confesarte que cuando me dijeron que El Profesor lo ibas a hacer tú me eché las manos a la cabeza porque creía que era una locura imposible». Él se había fabricado en su cabeza un señor mayor de 50 o 60 años. A renglón seguido, me dijo que cuando vio el montaje ya no se podía imaginar a otro actor que no fuera yo para hacer el personaje. Me siento muy halagado por eso.

-¿Qué compañero le ha sorprendido más?

-Cuando hicimos el primer pase para el equipo, hablé con las responsables del casting y me dijeron que era muy difícil que en esas pruebas todo el mundo estuviera en el sitio que tenía que estar. Y que con La casa de papel lo habían conseguido. Yo he visto cosas maravillosas de cada uno de ellos. De Paco Tous, de Enrique Arce, de Pedro Alonso, de Alba Flores, de Úrsula Corberó… No podría quedarme con la interpretación de uno. Pero he conocido a gente que no conocía, como Itziar Ituño y Fernando Soto, y ha sido un rotundo placer trabajar con ellos.