A Noemí Galera (Barcelona, 1967), Operación Triunfo (OT) no le viene de nuevo. La directora de casting de Gestmusic vio nacer el formato, que Televisión Española ha resucitado para la noche de los lunes. Ejerció de jurado en varias ediciones, pero ahora vela por el buen funcionamiento de la Academia donde viven los aspirantes. Un gran reto, según ella mismo confiesa.

-¿Qué ha representado para usted ponerse al frente de la Academia?

-Un reto muy grande y una gran responsabilidad. Es verdad que he estado en el programa desde el inicio y lo conozco desde dentro, pero ahora estoy muy expuesta. La ventaja es que tengo un equipazo que ha estado conmigo en todas las ediciones. Nos entendemos muy bien, hay muy buen rollo. Soy un poco más ama de llaves de la Academia que otra cosa.

-¿Fenómenos protagonizados por David Bisbal o Rosa López son irrepetibles?

-Sí, no hay otro Bisbal, ni queremos encontrarlo. Si ya hay uno, ¿para qué quieres otro? La juventud del 2001 no tiene nada que ver con la del 2017: ni siquiera nosotros somos los mismos. No se pueden hacer comparaciones. Quiero encontrar otra gente que enamore ahora al público: este es diferente y la tele se consume de otra manera. La música que les gusta es distinta y nos debemos acoplar a ello.

-¿Y existe una fórmula para volver a encandilar a la audiencia?

-Que los concursantes sean de verdad. Algo que notábamos, sobre todo en las siguientes ediciones, es que venían con el discurso preparado… Nosotros hacemos el casting desde que están en la cola... Tienen que ser naturales y que la gente se pueda identificar con ellos. En muchas ediciones se consiguió, pero como en la primera, en ninguna. Y este año lo podemos recuperar.

-¿El talento no se agota?

-No, es algo que nos sigue sorprendiendo. Eso y que la gente siga teniendo ganas de presentarse a este tipo de programas.

-¿Qué hay de aquella Noemí de hace 16 años?

-Poco: el entusiasmo por este formato, que a mí me pirra y me fascina. Es el único programa que consigue, solo con escuchar la sintonía, que se me ponga la piel de gallina y que esté yo aquí feliz de la vida.

-¿Le preocupa que la comparen con Nina o Àngel Llàcer?

-Me encomiendo a Santa Nina y a San Àngel Llàcer para que me iluminen en este camino. Los dos son amigos míos y ojalá se me pegue algo de su talento. ¿Dónde hay que firmar? No me pueden comparar, porque ni soy cantante, ni actriz ni directora de teatro. Soy muy diferente.

-¿Tuvo dudas a la hora de aceptar este trabajo?

-Me quedé muerta a matar. Lo primero que hice fue llamar a mi marido, porque tenemos dos niños. Y esto yo sé lo que es. Y él me dijo que lo tenía que hacer sí o sí. No me costó mucho decidirlo.

-En la primera gala ya pareció que uno de los miembros del jurado, Joe Pérez-Orive, era el malo oficial...

-Queremos que los concursantes sean los protagonistas. Tuvimos una charla el primer día con los profesores y lo único que les dije es que los protagonistas tienen que ser los concursantes, no los profesores, ni yo misma, ni Manu [Guix, director musical]. Nosotros estamos aquí para ayudarles en su camino y aprendizaje y no para que nosotros tengamos titulares. Quiero que todo el mundo sepa cómo se llaman los aspirantes, quiénes son y qué cantan.

-¿Cómo le gustaría que se recordase esta edición del 2017?

-No como la primera, porque no puede ser, pero sí como la que recupera la esencia de Operación Triunfo, que los concursantes sean los que se beneficien de todo esto realmente y a los que ayudemos a triunfar.

-¿Era necesario volver?

-No lo sé. Para eso hacía falta un parón y volver a tener claro que esto no es un despiece y que lo que queremos es ver a los concursantes trabajando, creciendo y superándose día a día.