Aunque Santi Millán es un auténtico urbanita, siempre se ha sentido atraído por la naturaleza. Una pasión de la que ha podido disfrutar en el rodaje de El pueblo, la serie que estrenó Amazon y ahora emite Tele 5, en la que interpreta a Moncho, un hippy que se lía la manta a la cabeza y monta una ecoaldea con su pareja, Ruth (Ingrid Rubio). El problema es que la localidad que creían abandonada tiene unos vecinos de lo más peculiares.

-El rodaje de la serie les obligó a permanecer prácticamente aislados durante cuatro meses en un pueblo de Soria. ¿Lo disfrutó o eso de no tener cobertura de móvil le generó más estrés?

-Hubo momentos para todo. Sobre todo en la primera temporada, en la que no sabíamos muy bien dónde íbamos y qué pasaría. En la segunda, que ya hemos rodado pero aún no se ha emitido, mejoró el tema de las comunicaciones.

-¿Qué es lo que más echó de menos de la ciudad?

-La capacidad de tenerlo todo en cualquier momento, de no tener que pensar ni organizarme mucho porque puedes hacer cualquier cosa que se te ocurra. Allí dependías del equipo de producción y, si en algún momento querías algo fuera de lo estipulado, tenías que buscarlo o llevártelo antes de ir. Yo me llevé una neverita con embutido, quesos...

-En su vida diaria, ¿es organizado o es también de improvisar?

-Suelo ser organizado, pero la vida que llevo no ayuda, porque nos cambian los planes de hoy para mañana.

-El pueblo es una comedia, pero plantea temas serios como los desahucios, la España vacía, las crisis personales, el estrés, la ansiedad…

-Lo bueno de esta comedia es que no le falta verdad. El hecho de que te rías de algo no quiere decir que no haya una visión crítica de la historia, como en esta serie.

-¿Ha vivido usted alguna de esas crisis que plantea la serie?

-Todos los que vivimos en la ciudad hemos sufrido esa carrera que no tiene fin. Pero la gente cree que en el mundo rural no existe esa presión y sí que la hay, aunque sea diferente. Como el personaje de Laura, que la han desahuciado y piensa que en el pueblo, plantando unos pepinos, ya lo tiene todo hecho. Y las cosas no son tan sencillas. Lo que hay que hacer es saber detectar qué es lo que te gusta e ir a por ello. Pero las fórmulas no sirven para todo el mundo. Intentamos funcionar con paradigmas que han impuesto otros que, en la mayoría de casos, no encajan porque todos somos distintos.

-El día del estreno, en Twitter se llevaron unos cuantos palos porque decían que se reían de la gente de pueblo.

-Pues para mí, son los más listos de la película. Los que salen peor parados son los urbanitas porque, si les quitas las comodidades, no son autosuficientes. Tenemos mucho que aprender de la gente de pueblo.

-¿Se defendería usted?

-Todo es ponerse. A mí me gusta mucho el campo, las plantas, el huerto… Pero no olvidemos que es duro y complicado.

-¿Le veremos pronto con más ‘Got talent’?

-Ya se ha abierto el cásting de la sexta temporada. No sé cuándo grabaremos las audiciones, supongo que después de primavera.

-En la final de la anterior temporada nos sorprendió con un alegato ‘antibullying’. «A todos los que os dedicáis a acosar a gente en internet: a todo ese acoso, a toda esa violencia, le digo que no nos vais a callar. En ‘Got talent’ vamos a seguir haciendo lo que nos dé la gana», dijo, después de que algún concursante fuera objeto de burlas en las redes.

-El acoso es algo que siempre ha existido, sobre todo los críos éramos especialmente duros con esas cosas en los colegios. Ahora, con las redes sociales, hay mucha gente que tiene mala idea y quiere hacer daño, pero hay muchos otros que lo hacen por diversión, por echar unas risas, sin darse cuenta del daño que pueden hacer a otras personas. Tenemos que ser un poco más empáticos.

-¿Fue un discurso consensuado con el equipo?

-Sí, era algo que habíamos hablado y en lo que estábamos todos de acuerdo.