Durante unas semanas, dos millones de telespectadores se preguntaban dónde demonios estaba Ana Saura, la joven desaparecida en la serie de Tele 5 Sé quién eres. Y el pasado lunes obtuvieron la respuesta: encerrada en un sótano. Un triste destino que nada tiene que ver con el de Susana Abaitua, la actriz de 26 años que le da vida, ya que esta se encuentra en Sevilla, feliz, rodando su próxima película. Quizá ahora, cuando le pidan una foto, ya no le digan: «¡He encontrado a Ana Saura!», con la misma ilusión que cuando se caza un Pokémon.

El enigmático personaje de Pau Freixas ha demostrado, capítulo a capítulo, tener muchas caras, algo con lo que se identifica la joven vasca. Con Saura también comparte la pasión por el surf, deporte que practica desde niña en la localidad francesa donde veranea. Y es que, aunque nacida en Vitoria de padres bilbaínos, una abuela francesa le ha regalado esa vinculación con la cultura del país vecino. Idioma incluido. Por eso sueña con trabajar en Francia. «Me lo he puesto como meta. Por ejemplo, con Xavier Dolan, que me vuelve loca», confiesa.

Aunque, por encima del niño prodigio del cine de autor francés, entre sus mitos se encuentra ahora Freixas, a quien le une esa extremada pasión por el trabajo: «Yo también soy muy así. Llego por la mañana al rodaje y no me hace falta ni café». Pero el director de Pulseras rojas ha puesto el listón muy alto en la manera de trabajar en la tele: «Soy muy cabezota, e igual ahora me ofrecen otras cosas y digo que no es eso lo que quiero. Aunque si me recuerdan que tengo que comer, igual sí es lo que quiero», reconoce entre risas.

«Pero si tengo que trabajar en un bar, lo hago», añade. Porque Susana tiene un gran sentido del humor y un desbordante desparpajo. «Es que me gusta mucho hablar de lo que me apasiona…», reconoce.

Un sueño de infancia

Y lo que le apasiona es esa profesión con la que soñaba de niña y que no se atrevía a confesar. «En el cole decía que quería estudiar Arte Dramático, que no sonaba tan creído», rememora. Una etapa, la escolar, de la que no guarda buenos recuerdos. «A una niña hiperactiva y creativa no la puedes sentar con 4 años, porque se come las paredes», se queja.

Pero ella supo buscar su destino. Y este, a ella. «Estudiaba danza clásica y le propuse a un profesor de teatro darle clases de baile a cambio. Tenía 14 años. De ahí salió el casting para la La buena nueva, y no paré», explica la joven intérprete. Primera película, y primer premio: el de actriz revelación. Lo mismo le pasó en el teatro: su primer papel, en Naturaleza muerta en la cuneta, fue galardonado. Diez obras en cinco años, musical incluido. «Los directores me vieron en un vídeo de Instagram haciendo el tonto cantando y me propusieron el papel», recuerda. De la tele, Sé quién eres aparte, se queda con La pecera de Eva, de donde sacó su círculo de amigos, «la generación Pecera». «Toda mi vida de ahora viene de ahí», asegura.

Entre ellos, la actriz catalana Vicky Luengo, con quien compartió piso en Madrid y que ahora le conecta con una cultura que adora: «Me encantaría hacer teatro en catalán. Tengo un buen acento», garantiza. Y es que su vocación no tiene fronteras: «Mi sueño es poder elegir los trabajos. Como si es en China», apunta categórica. Mientras esa posibilidad llega, Abaitua saborea esa Ana Saura que, desde su encierro, quizá a ella le haya abierto muchas puertas.