La ministra israelí de Cultura y Deportes, Miri Reguev, insistió ayer que el Festival de Eurovisión se debe celebrar en Jerusalén y, si no, deberá tener lugar fuera de Israel. En principio, Israel es el país anfitrión de la próxima edición del certamen después de que lo ganase el pasado mes de mayo la israelí Netta Barzilai y su canción Toy.

«Recomendaré al Gobierno que, si Eurovisión no se puede celebrar en Jerusalén, no seamos los anfitriones», dijo la ministra en una entrevista recogida ayer por el diario israelí Jerusalem Post. Y agregó: «la Unión Europea de Radiodifusión (UER) no puede decidir dónde Israel celebrará Eurovisión». El concurso musical europeo «cuesta a Israel 50 millones de shékels (unos 12 millones de euros). Personalmente, creo que, si no es en Jerusalén, sería un error invertir esos fondos públicos. Jerusalén es la capital del Estado de Israel y no debemos avergonzarnos de ello», declaró Reguev.

Pese a que Jerusalén ha sido designada por Israel como su capital, el mundo no reconoce como tal la ciudad, cuya parte oriental está ocupada a los palestinos desde 1967. Jerusalén ya fue la sede del festival en 1979 y 1999.