Más luz, más color, más personajes y más acción. Así han definido sus responsables la nueva temporada de La peste que se está rodando actualmente en Sevilla con un despliegue de medios propio de las grandes producciones de Hollywood.

Los nuevos capítulos arrancarán con un cambio fundamental de perspectiva, la de su protagonista, Mateo (Pablo Molinero), que tras su viaje a América regresará sin el pesimismo, la gravedad y la melancolía que hasta ese momento le habían acompañado. Además, la enfermedad se ha erradicado y la ciudad de Sevilla dejará de ser ese pozo oscuro en el que no parece haber lugar para la esperanza.

«En la primera temporada quisimos que el espectador se sumergiera de manera casi experiencial en la Sevilla del siglo XVI», cuenta Alberto Rodríguez, (El hombre de las mil caras) que se hará cargo solo de dos de los nuevos episodios. «Quizás por esa razón fue menos ágil y más contemplativa. Más metafísica. En esta ocasión, desaparece el misterio y la atmósfera y se da paso a las peripecias y a la aventura».

El showrunner de la serie, Rafael Cobos, apunta que la pestilencia moral continúa persistiendo, pero tiene que ver más con el poder y la perversión que provoca el dinero. La corrupción inundará todas las esferas. El oro procedente de América creará todavía más desigualdades sociales y generará la aparición de mafias que controlarán los bajos fondos y también los círculos políticos y de la nobleza. «Cuando hay mucho dinero, hay más picaresca», apunta.

En la nueva temporada nos reencontramos con los personajes de Mateo y también de Teresa (Patricia Lóperz Arnaiz), que se ha hecho cargo de Valerio (Sergio Castellanos) y juntos regentan la fábrica de su fallecido esposo. Pero, además, encontramos nuevas incorporaciones: Mª de la O (Estefanía de los Santos) que apareció en una pequeña intervención en el primer capítulo de la primera temporada vendiendo jabones e introduciendo la peste en la ciudad y que ahora adquiere una nueva dimensión al servir de puente entre el hampa y los señoritos; el alcalde Pontecorvo (Federico Aguado) y Conrado (Luis Callejo), como jefe de los rufianes. «Esta temporada va a sorprender porque es más violenta, hay más sexo, es más burra y sucia que la anterior», cuenta el actor.

RODAJE METICULOSO / Las películas de Alberto Rodríguez siempre se han caracterizado por una extrema meticulosidad a la hora de aportar las mayores dosis de realismo posible, pero cuando se embarcó en La peste alcanzó su cima de detallismo, sobre todo en lo que tenía que ver con la reconstrucción histórica. El trabajo de ambientación vuelve a convertirse en la estrella en esta ocasión. Es tan preciso que si nos adentramos en uno de los sets de rodaje huele a estiércol y el suelo de las calles está compuesto de barro y elementos orgánicos en descomposición. Por allí pasan los ganaderos con sus reses muertas mientras asistimos al ajusticiamiento de un detenido.

Al frente del departamento de Arte vuelve a estar Pepe Domínguez que, junto a un equipo de base de 70 personas, ha construido un decorado exterior con piezas móviles que funcionan como elementos de transformación y que pueden dar lugar a cuatro posibilidades distintas de escenario.

Para esta nueva temporada han tenido que crear y ambientar embarcaciones de enorme tamaño, carruajes, elementos de herrería, de cuero…, reproducciones exactas de elementos de la época que alcanzan un grado de minuciosidad inaudito.

Lo mismo ocurre con el vestuario. Fernando García ha vestido a 80 actores, 2.000 figurantes y 200 niños. Por eso la nave en la que trabaja y almacena y da forma a los diseños más delicados (en especial los que vestirá el personaje de Teresa, que en esta temporada incorpora el color a sus vestidos) resulta tan impresionante, más de 1.500 metros cuadrados donde se ambientan las prendas para que parezcan gastadas, se encuentra la sala de fitting, el estudio de costura y se guardan los más de 1.800 trajes alquilados a las casas Peris y Cornejo.

ALTAS EXPECTATIVAS / La segunda temporada de La peste parece querer dejar claro que viene dispuesta a superar a su predecesora en expectativas y a darle la vuelta a su concepto inicial sin por ello perder su esencia, manteniendo intactas las características que la convirtieron en una experiencia dentro de la ficción televisiva española.