La intérprete de origen hispano-francés Nathalie Poza (Madrid, 1972) protagoniza La unidad, la ficción de Movistar+ que se centra en la labor y vida personal de los miembros de un grupo que lucha contra el terrorismo yihadista.

—¿Cómo ha ido el confinamiento?

—Como a todos. No, unos lo han vivido mejor que otros. Pero feliz de saber que La unidad ha sido la serie más vista de la historia de Movistar+ en tres días. Y en estas circunstancias, saber que hemos podido ofrecérsela a la gente, que la gozaba... Me quedo con eso. Yo tenía mis miedos. ¿La gente querrá ver ahora esta serie? Pero ha habido una avidez de contenidos impresionante.

—Antes sufríamos por el terrorismo, ahora nuestro enemigo principal parece ser el coronavirus. Aunque los terroristas no descansan.

—Yo se lo puedo asegurar de primera mano, porque sigo en contacto con la que sería mi otro yo en la serie: una inspectora de la unidad española, y me dice que ellos, durante la pandemia, no han parado de trabajar. Su obsesión continúa.

—De la serie destaca su realismo.

—Su verdad, sí. Quizá eso lo que ha conectado con la gente. Lo visual, que es muy poderoso y real. Las localizaciones tan apetitosas y tan atractivas en esos lugares. Pero esto se ha hecho por necesidad. Porque en este mundo tan globalizado, el terrorismo también los es. Había que moverlo en todas sus aristas y reflejar que lo que pasa en un punto de la geografía repercute en la otra parte del planeta. Eso tenía que tener mucha verdad. Y luego está la manera de acercarse a estos policías, que es gente que hace una labor extraordinaria, pero que son muy normales.

—Es sorprendente.

—Sí. Son gente que no se dan importancia, que trabajan en la sombra, en equipo, muy unida... Y como tuvimos la oportunidad de verles, de escucharles, de estar con ellos trabajando en algún momento en los briefings y colaborar con ellos, tuvimos de primera mano el espejo que necesitábamos. El guion está sacado de situaciones reales. Dani (de la Orden) y Beto (Marini), los guionistas, han estado incluso en alguna operación. Y es que su obsesión es la verdad. La verdad, la verdad y la verdad. Ha sido muy honesto contar una realidad desconocida. Y eso es el compromiso. Y a ti, como actriz, te pone en un lugar muy vertiginoso, pero, al mismo tiempo, resulta muy excitante. Es difícil perderse cuando estás comprometido con una gente que existe. También es un tema muy delicado. Uno no tiene ganas de despuntar. Quieres contarlo como es. Quieres reflexionar con el telespectador. Estas al servicio del proyecto y no de tu brillo. Vas a tratar un tema que duele y debes tener cuidado.

—Hay una imagen del primer capítulo que pone la piel de gallina por su veracidad y dramatismo.

—Sí. Y yo es la primera vez que veo una ficción que he hecho. Los actores no las miramos porque es un coñazo. Pero en esta ocasión he tenido la fortuna de vivir otra experiencia. Me vi la serie de un tirón y se me olvidó que estaba dentro. Me fui con ella. Porque tiene un ritmo y una tensión que van in crescendo.

—Carla está viviendo un conflicto personal: su separación.

—Está viviendo muchos.

—Siendo una mujer, seguro. Las mujeres abarcamos tantas cosas...

—Y lo fuertes que somos. Porque ella es la mejor en lo suyo y se debería tomar un respiro. Y lo podría hacer, porque no está en una situación económica difícil. Pero no lo hace porque le puede el que le guste lo que hace y saber que es la mejor. Que el alma y la esencia de la unidad es ella y que nadie llevará esa operación como ella. Y le puede el sentido del deber. Y la visión que tiene de que ella puede con esa operación.

—Aunque nada será fácil.

—No, porque luego las cosas se tuercen en la vida. Cuidado con lo que visualizas, porque no siempre es como tú quieres. Pero es bonito ese conflicto tan brutal de que quiere ir a por todo. Aunque hay momentos que se colapsa. Y eso para interpretarlo es perfecto. Carla tiene todo el mapa emocional que una actriz busca en los guiones. Aunque luego hay que llegar y tocar la nota (ríe).