Aunque Javier Rey (Noia, A Coruña, 1980) tenía sobrada experiencia televisiva gracias a series como 'Velvet', 'Hispania', 'Isabel' y 'Bandolera', su papel de Sito Miñanco en 'Fariña' supuso su espaldarazo definitivo, que ahora le está dando más papeles protagonistas. Como el de Malpica, el capo que controla el tráfico de heroína en la Barcelona de 1960 que retrata 'Hache' y que ve cómo su dominio empieza a flojear tras la desconcertante llegada del personaje interpretado por Adriana Ugarte. Mientras, él no para: tiene pendiente de estreno la película 'El verano que vivimos' y rueda la serie 'Mentiras' para Antena 3.

-'Hache' es una serie de personajes complicados, como el suyo.

-Son personajes llevados al límite que parece que, en vez de comunicarse, están vomitando palabras.

-Malpica es un hombre ambiguo. Por un lado es el jefe de la droga e impone respeto, pero por otro tiene muchos puntos débiles, sobre todo en el aspecto físico.

-Es un tío que, por el pasado que le ha tocado vivir, es autoritario y consigue el liderazgo, pero es hiperdébil en lo físico y lo mental. Lo que pasa es que, antes de la llegada de Hache, no había tenido tiempo de flaquear. Es un personaje muy complejo que cuesta comprender por qué toma ciertas decisiones aunque yo he acabado comprendiéndole y, al final, acaba siendo una víctima de sí mismo.

-¿Qué es lo que más le exigía su personaje?

-Una de las cosas que más me gustaba explorar es la contradicción tan grande de un personaje tan sumamente poderoso y tan débil físicamente, que por una cojera de la guerra tiene un dolor físico continuo. Eso le da una profundidad muy 'heavy'. Me atraía llevar a otro plano algo que podría destrozar a cualquier ser humano e incluso darle fuerza.

Adriana Ugarte y Javier Rey, en 'Hache'. / NETFLIX

-También tiene secuencias violentas.

-Es una serie muy violenta en lo emocional y muchas veces en lo físico, y estoy muy orgulloso porque todos hemos estado al quite. La violencia que mostramos en la serie es muy real porque nosotros, como actores, también hemos transitado por ella. Muchas veces, en el rodaje, se han creado situaciones muy tensas y eso demuestra el compromiso que hemos tenido con esta historia. La violencia que sale no es de postureo, poniendo la cámara para captar un golpe efectista, sino que la cámara se moja, los actores se mojan, el director se moja y, al final, donde hay una hostia, es de verdad.

-¿No pensó que con este papel repetía el personaje de capo de la droga como hizo en 'Fariña'?

-A diferencia de Fariña, donde era una historia real y eso condicionaba la manera de contar la serie, aquí la heroína no es un personaje protagonista. Es una historia de personajes que se van transformando porque sufren situaciones límites, pero no solamente son unos tipos que trafican con heroína. Por la sinopsis, parece que sean dos series y dos personajes que se toquen, pero están absolutamente diferenciados.

-¿Qué supone para usted debutar en una plataforma como Netflix?

-Es un momento fascinante por la libertad creativa que supone. No sé si 'Hache' hubiera tenido cabida en la tele de hace 20 años. Y ahora la hacemos no solo con un nivel que no tiene nada que envidiar a nadie, sino que además es una serie rodada en Barcelona que la pueden ver en Tokio y en Boston. En España siempre ha habido nivel a la hora de contar historias y, de repente, han venido a darnos una palmadita y a decirnos: hacéis cosas muy chulas y ahora las va a ver todo el mundo. Eso nos ha dado alas y confianza.