La argentina Lara Sajen está siendo una de las revelaciones de esta segunda temporada del talent show que TVE-1 emite la noche de los miércoles. Un concurso que le ha devuelto las ganas de luchar también por la visibilidad y el respeto hacia los transexuales.

-¿Imaginaba hace unos meses el giro que iba a tomar su vida?

-Sinceramente no. Sobre todo porque yo ya me había retirado un poco. No tenía ganas de seguir intentando hacer cosas y llevarme decepciones. Seguía haciendo bolos porque hay que trabajar, pero creía que en televisión ya no iba a poder hacer nada.

-¿Haber aparecido en programas como ‘Mujeres y hombres y viceversa’ era un problema?

-Eso es. En Maestros... buscaban gente anónima y yo no lo era del todo. Fue mi marido, Javi, quien me dijo que con intentarlo no pasaba nada, y mira.

-¿Estar ya era un logro?

-Aparecer en la televisión pública y mostrarme como soy era importante. Esa soy yo. Una explosión de emociones, a veces para bien, a veces para mal. Una persona directa, que dice las cosas de frente, aunque a veces eso no guste tanto en esta sociedad.

-¿Se hacía su propia ropa?

-Sí. No he tenido formación ni estudios. Y me hacía mis trajes para que todo el dinero quedara en casa.

-Hubo un momento muy emocionante con el vestido azul con el toque rosa. ¿Era consciente de la repercusión que tendría?

-Tengo que agradecer al concurso que me dejaran hacer algo que salía de dentro, del corazón. Yo me podría haber remontado a otro momento, cuando me puse mi primera peluca y salí a un escenario. Pero viajé a la infancia, cuando jugaba con cortinas, sábanas, toallas... No sabía bien cómo ejecutarlo, pero me venían flashes. El azul en mi infancia no me identificaba, por eso un vestido azul con un toque rosa.

-¿Sus padres viven?

-Mi padre falleció cuando tenía yo 17 años. Mi madre vive en Argentina. Es enfermera y trabaja en un hospital. Mi madre ve el programa, lo vive a flor de piel. No es porque sea mi madre, pero es muy grande. Nunca me puso límites. Me dejó ser yo. Cuando jugaba con muñecas y mi padre me las tiraba ella las recogía de la basura. Siempre he contado con su apoyo. Ella no pudo darme la posibilidad de estudiar en su momento y está orgullosa. Me dice que soy una guerrera,

-¿Qué piensa cuando oye a una persona decir con naturalidad que es ‘trans’?

-Ahí es cuando me doy cuenta de que hemos avanzado muchísimo. Antes de entrar al concurso estuve colaborando con una empresa de lencería para transexuales y me tocó diseñar para niñas transexuales, Ver el orgullo de sus padres y el apoyo que les daban me emocionaba. Yo a los 6 o 7 años no tenía opción de nada. Llevo 14 años en España y realmente empecé a ver la transexualidad de otra manera cuando llegué aquí. Yo de pequeña no decía quiero ser mujer, yo lloraba porque no había nacido mujer.

-¿Le ayudó su ‘familia’ española: Mario Vaquerizo y Alaska?

-Muchísimo. He estado bailando con Fangoria 10 años. De Alaska he aprendido mucho, es un libro abierto. Yo he hecho mi transición y he tenido el apoyo total de ambos. Y eso que algunas operaciones casi coincidían con el inicio de una gira. Tener charlas eternas en esos viajes en furgoneta con Alaska era maravilloso.

-¿La visibilidad nunca es suficiente?

-A mí me aterrorizaba hablar de transexualidad. Lo vivía como algo muy personal, Me costaba horrores hablar. Con mi transición yo apostaba por ser una mujer y ya está. Me espantaba poner mi nombre en Google y que saliera que yo era transexual. Mi marido, que es más joven, me ha ayudado a afrontar que no pasa nada. Y ahora una de las cosas que más me gusta de Maestros de la Costura es la ayuda que estoy dando a mucha gente que se vea reflejada en mí. Si lo llego a saber te juro que salgo del armario mucho antes.

-¿El 8 de marzo hay que seguir saliendo a la calle?

-Por supuesto. Hay que seguir gritando, Más unidas que nunca. Ninguna sometidas al silencio y al desprecio. Queda mucho por decir y lo primero es que existimos.