Tenía que pasar. Acabada 'The good wife', los creadores de aquella, Michelle y Robert King, decidieron inaugurar un 'spin-off' dedicado al personaje que, a la postre, había sido el centro moral de la serie: la abogada Diane Lockhart, pura furia liberal y también puro glamur. 'The good fight' es a 'The good wife' lo que 'Better call Saul' a 'Breaking bad': una ocurrencia tardía capaz de hacer sombra a la Gran Serie de la que proviene.

Después de asentarse como bálsamo antitrumpista, 'The good fight' desviará un poco su atención del presidente en la cuarta temporada, que llega el jueves, día 9, a Movistar Series. Según los King, se hará más hincapié en los abogados y en cómo afecta la situación política actual al mundo legal. Tras perder a su mayor cliente, Reddick Boseman & Lockhart se convierte en subsidiaria de una firma multinacional, SRT Laurie, con rostros tan carismáticos como los de Hugh Dancy y John Larroquette. Pero nadie robará una escena a Christine Baranski (Buffalo, Nueva York, 1952).

2009 como gran año

'The good fight' es Su Serie, Su Espectáculo, algo que le ha costado conseguir. También es una plena exhibición de sus poderes dramáticos. Durante varias décadas, Baranski fue sobre todo una gran secundaria, y se dedicó sobre todo a la comedia y la comedia musical. Aunque hizo su primer papel importante (Helena en 'El sueño de una noche de verano' en Central Park) en 1982, su verdadero gran año debió ser el 2009, cuando debutó tanto en 'The good wife' como en 'Big bang', en ésta en el papel de la madre de Leonard, la neuróloga y psiquiatra Beverly Hofstadter.

Este último personaje le valió cuatro de sus quince nominaciones a los Emmy. De todas ellas, solo ha salido con premio de la primera: en 1995 fue considerada mejor actriz secundaria de comedia por su interpretación de la sarcástica y deslenguada Maryann Thorpe de 'Cybill', la sitcom que Chuck Lorre hizo a medida de Cybill Shepherd. Que no ganara el de estrella invitada por la hiriente Dra. Fairchild de 'Frasier' es uno de los grandes misterios del siglo XX.

Cuando llegó a 'Cybill', con 42 años, Baranski ya había ganado Tonys por su participación en las producciones originales de Broadway de 'Realidad', de Tom Stoppard, y 'Rumores', de Neil Simon. El teatro le dio otra clase de alegrías: cuando hacía una obra de Ibsen en Long Island conoció al también actor Matthew Cowles, el que sería su marido desde 1983 y hasta su fallecimiento en el 2014.

Un año después de su Emmy, empezó a ser reconocida globalmente por su papel de la ejecutiva Katherine Archer en la versión fílmica de 'Una jaula de grillos'. Siguieron apariciones en películas como 'La extraña pareja, otra vez', 'Bowfinger, el pícaro', 'El Grinch', 'Chicago' o 'Mamma mia!' La película y su secuela; en estas últimas es Tanya Chisham-Leigh, mujer madura tan sexual como Maryann Thorpe.

El magnetismo

En una serie peor, Diane Lockhart quizá no habría tenido novio (más adelante marido), pero los responsables de 'The good fight' querían que su heroína sexagenaria pudiera tenerlo todo. Misteriosamente, esta mujer magnética y de silueta escultural no se considera atractiva. "Atribuyo a eso la longevidad de mi carrera", dijo en 'The New York Times'. "Nunca fui guapa, así que no he dejado de serlo. Puede que no haya sido la gran protagonista, pero pude vestir grandes modelos y me dejaron frases divertidas. Creo que tuve más flexibilidad".

Cuando el coronavirus lo permita, Baranski rodará 'The Gilded Age', la serie sobre la Edad Dorada de Nueva York que Julian Fellowes (creador de 'Downton Abbey') cocina para HBO. Coronavirus, deja ya de molestar.