El fiscal del caso Marta del Castillo, Luis Martín, admitió ayer que «sin la confesión de (Miguel) Carcaño hubiera sido difícil una condena, no imposible» en la causa del asesinato de la joven del que se cumplen mañana diez años, ya que sólo contaban «con indicios, racionales pero simples indicios». Martín ejerció el ministerio público en este caso desde el inicio de la instrucción y durante el juicio contra Miguel Carcaño -condenado por asesinato a 21 años de prisión que cumple actualmente en la cárcel de Herrera de la Mancha-, su amigo Samuel Benítez, su hermano Francisco Javier Delgado y la novia de éste María García, todos ellos absueltos de encubrimiento.

En declaraciones a Efe, reconoce que lo que más le «sorprendió» fue la absolución de Samuel Benítez «porque en la Policía había confesado» que participó en deshacerse del cuerpo, pero nunca lo ratificó en sede judicial y el tribunal vio que no era suficiente.

Admite que lo que esperaba era la condena de Carcaño por homicidio y la de Benítez por encubrimiento, ya que «nadie vio lo que sucedió allí», pues «los únicos testigos eran acusados», por lo que resultaba «complejo» probar cómo ocurrió el crimen y sólo una de las múltiples versiones de Carcaño apuntaba a un ataque «sorpresivo» que permitió al tribunal condenarle por asesinato.

La Fiscalía pidió 52 años de cárcel -la acusación particular que ejerció la familia solicitaba 50- para Carcaño por asesinato, agresión sexual y un delito contra la integridad moral (la familia acusaba por profanación de cadáver) y recurrió hasta el Supremo en desacuerdo con la valoración de las pruebas de geolocalización de los teléfonos de los procesados, que llevó al alto tribunal a ordenar a la Audiencia revisar el fallo para valorar esas pruebas y justificar la absolución, sobre todo de Samuel Benítez.

El fiscal alaba la labor del «magnífico» juez instructor Francisco Molina y de la Policía que a su juicio «fue perfecta, aunque haya habido muchas críticas», y cree que fue «correcta» la forma de enfocar un juicio «bastante complejo porque era muy difícil probar la participación» de todos los acusados «sin haber sido hallado el cadáver y sin testigos directos».

«En realidad, contábamos con la confesión de Carcaño e indicios, como de que era la última persona con la que se había visto a Marta cuando la recogió en Triana y parece que se dirigían a su casa» (escenario del crimen), admite. No obstante, aún hoy cree que «participaron varios, no pudo ser cosa de uno solo» y su impresión es que el «planeador» de la desaparición del cuerpo fue el hermano de Carcaño y, en contra de lo que señala la sentencia, «resulta muy precipitado» que entre las 22:00 y las 22:30 se deshicieran del cuerpo.