La tercera sesión del macrojuicio que celebra el Juzgado de lo Penal número 4 de Córdoba por el Caso Fénix se ha desarrollado este jueves con las declaraciones de trabajadores de empresas vinculadas al presunto fraude a la Hacienda pública en el sector de la joyería, que se han desvinculado de las decisiones que adoptaba el presunto cabecilla de la trama en Barcelona.

De este modo, en primer lugar ha sido interrogado un chófer, un hombre de edad avanzada que ha respondido únicamente a las preguntas de su abogada. En el interrogatorio, ha explicado que ignoraba la estructura fiscal y contable de la empresa, y que no tenía capacidad de decisión en sus negocios.

El encartado ha detallado que su jefe era el presunto cabecilla del entramado societario y ha confirmado que él se encargaba de entregar y laminar oro. Junto a esto, ha puntualizado que recibía instrucciones en persona o a través de un justificante, y que llegó a vivir en Córdoba durante meses en el marco de su actividad profesional.

Según los hechos relatados, esta persona transportaba el metal, dinero o documentos, para lo que viajaba en un coche de empresa, y por esta actividad percibía en torno a mil euros de sueldo.

De otro lado, también ha sido interrogado (por todas las partes) un vendedor de las empresas del supuesto cabecilla de la trama en Valencia. Este procesado ha indicado que su sueldo era de 250.000 pesetas y que entregaba el metal que estas sociedades vendían a mayoristas y a fabricantes, trabajando en Valencia y alrededores.

El encausado ha afirmado que no conocía el procedimiento desarrollado en la Audiencia Nacional contra las sociedades para las que trabajó y ha recordado que se produjo el registro de una sede, pero no se interesó por las causas.

"Nos daba dos precios, el de contado y el diferido"

También ha precisado que el presunto cabecilla "nos daba dos precios, el de contado y el diferido, que era aplazado y tenía intereses que subían". El encausado ha descrito que los chóferes de la empresa le llevaban el oro en lingotes y que "muy rara vez" se le hizo llegar a través de una empresa de mensajería.

En cuanto a sus tareas, ha manifestado que repartía el metal y lo cobraba, y que en alguna ocasión envió el dinero en bolsas de deporte. Así, ha indicado que solicitaba al jefe el metal que necesitaba y que cuando se comunicaban por teléfono hacían alusión tanto al oro fino como a la soldadura, porque sufrieron atracos y llegaron a pensar que podría controlarles una organización criminal.

A preguntas de la fiscal, también ha destacado que ignora si se produjeron compras ocultas, ha señalado que no conocía al hijo del presunto cabecilla de la trama y que nunca trabajó en Córdoba.

Cuando ha llegado el momento de responder a su abogado defensor, ha comentado, entre otras cuestiones, que no tenía capacidad de decisión en la empresa, porque era un empleado, y que el carácter del jefe "era un poco fuerte".

Desvincula a su esposa de la actividad de su negocio

De otro lado, el primer empresario en declarar en este juicio, el responsable de una sociedad mayorista, ha desvinculado por completo a su esposa de la actividad de su negocio (al que estaba ligada por estar casados en régimen de bienes gananciales) y ha asegurado que, pese a lo que se dice en esta causa, "nunca he sido fabricante".

Así, ha detallado que en su empresa trabajaban cuatro comerciales (contando con él mismo) y otros cuatro profesionales en la administración y gestión del despacho.

Cuando se le ha mostrado un documento que recoge información sobre presuntas compras realizadas por su empresa a la trama en negro, ha afirmado que "hay cosas que es imposible que yo haya hecho, nunca he comprado el mismo día dos veces", y ha añadido que "nunca, nunca, nunca he comprado sin factura".

Consultado por el letrado de su defensa por la imputación de que vendía al doble del precio que compraba, ha aseverado que "eso es de risa". Acerca de su actividad, ha expuesto que los fabricantes acudían a su despacho, le ofrecían el muestrario de sus productos, él elegía las pizas y ellos las elaboraban. Después de esto, "había parte que le pagaba en metal y otra en dinero", ha informado.

Así, ha confirmado que era cliente de la empresa del presunto cabecilla del fraude a la Hacienda pública, aunque ha manifestado que no le conocía ni a él ni a su hijo, que en estos momentos es el principal encausado en el procedimiento judicial que se sigue por el Caso Fénix.

La última procesada que ha declarado es la exmujer de este empresario, que ha admitido que "no tengo claro" por qué se ha sentado en el banquillo de los acusados y se ha desvinculado de la actividad empresarial de su exesposo.

La macrocausa de la operación Fénix: 96 personas en el banquillo

Cabe recordar que el procedimiento judicial de la operación Fénix tiene 96 personas físicas (en tres casos han prescrito todos los delitos presuntamente cometidos) y 26 empresas acusadas.

Estas se enfrentan a penas de prisión, entre otras, que oscilan entre los alrededor de 384 años solicitados para el presunto cabecilla de la trama (ya fallecido) y su hijo por la supuesta comisión de 96 delitos, y los dos años de cárcel que se han pedido para siete encausados.

Las acusaciones (ejercidas por la Fiscalía y la Abogacía del Estado) sostienen que se habrían defraudado 154 millones de euros a la Hacienda pública. De este modo, la sociedad principal de la presunta trama, ubicada en Barcelona, habría importado de Suiza oro fino que vendía sin transformar a mayoristas y fabricantes de joyería.

Al parecer, la empresa hacía figurar como destinatarios a otras firmas creadas por ella misma, con lo que justificaba sus ventas y ocultaba a los verdaderos compradores, que no aparecían en las facturas y eludían el pago de impuestos.