Un niño de tres años falleció durante la noche de Fin de Año en Gijón tras atragantarse con una de las tradicionales uvas de Nochevieja en su domicilio, ubicado en el barrio del Natahoyo, según informaron fuentes municipales.

Después de que el pequeño se atragantara con la uva, los padres avisaron a la Policía Local que se desplazó a la vivienda, en la calle Independencia, y evacuó al menor al hospital de Jove, según las mismas fuentes.

El niño llegó al centro sanitario sin respiración ni pulso por lo que los intentos de reanimación que se le realizaron resultaron infructuosos.

Varios estudios médicos aconsejan que los niños menores de cinco años no ingieran uvas enteras por el riesgo de ahogamiento. Sin embargo, la mayor parte de la población no es consciente de este peligro, advierten médicos británicos que han estudiado el caso a la agencia científica SINC.

Los productos alimenticios están detrás de más de la mitad de casos de asfixia mortal en ese rango de edades. Las uvas son la tercera causa más común en incidentes de ahogamiento por comida, después de los perritos calientes y los caramelos.

Las vías respiratorias de los niños son pequeñas, no tienen todos sus dientes desarrollados para masticar correctamente, su reflejo de deglución aún es inmaduro y se distraen fácilmente. Todo esto les hace más proclives a ahogarse. Los niños tienen vías respiratorias pequeñas, dientes poco desarrollados, un reflejo de deglución inmaduro y se distraen con facilidad. Las uvas suelen ser más grandes que sus vías respiratorias.