El dueño de la parcela de Totalán (Málaga) en la que se encuentra el pozo al que cayó Julen, cuyo cuerpo sin vida se encontró trece días después, ha declarado ante la Guardia Civil que él puso dos ladrillos de hormigón encima del orificio y ha insistido en que el pocero nunca selló la prospección. La Guardia Civil ya ha entregado en el Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga los primeros informes sobre las circunstancias de la caída del niño de 2 años, la construcción del pozo al que se precipitó y los trabajos que se estaban haciendo en la finca. Los agentes han tomado declaración a todas las personas que estaban en la parcela cuando ocurrió el suceso el pasado día 13 de enero: los padres de Julen; la prima del padre del niño y el novio de ésta, que es el propietario de la finca, así como al pocero y al operario que hizo un posterior movimiento de tierras con una máquina. Según se recoge en el diario Sur, el dueño de la finca -una parcela de 4.439 metros cuadrados que adquirió el pasado mes de octubre- ha declarado que dijo al resto de familiares que él se encargaba de hacer una paella y que ellos estuvieran pendientes de los niños.

A los tres cuartos de hora, cuando estaba preparando la comida, escuchó al padre del pequeño, José Roselló, gritar «Julen, y cuando se asomó observó cómo los dos bloques de hormigón que tapaban el pozo se habían desplazado y se veía el agujero, aunque él no escuchó al niño, de 2 años. El hombre se fue con su pareja y su hija -de la misma edad que Julen- en un coche a pedir ayuda, y detuvo a varios vehículos para que avisaran a los servicios de emergencia. El propietario sostiene que el pocero nunca selló la perforación, que se realizó los días 17 y 18 de diciembre sin contrato escrito, solo un acuerdo verbal. Respecto a la licencia, alegó que desconocía qué documentación requería. El padre de Julen contó a la Guardia Civil que estaba echando unas ramas al fuego y observó cómo su hijo corría por la zanja hacia la esquina donde estaba el pozo y que él se encontraba a unos 10 o 15 metros del niño. Al verlo, corrió tras él para cogerlo y presenció cómo caía por el agujero. Luego le escuchó llorar unos 30 segundos, por lo que quitó todas las piedras que había alrededor para que no cayera nada dentro mientras le hablaba para tranquilizarlo. El progenitor manifestó que, junto a la boca del pozo, había dos «cantillos» (bloques de hormigón) separados y que en medio quedaba el agujero. Informó además de que al llegar a la parcela, su dueño les advirtió del pozo pero les dijo que estaba tapado por dos bloques. El pocero aseguró que dejó toda la tierra que extrajo alrededor del pozo y que tapó el agujero con una piedra de 15 kilos. Insistió en que la zanja no estaba cuando él hizo la perforación.