La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Córdoba ha condenado a prisión a un hombre y una mujer, acusados de un delito continuado de falsedad documental los dos y un delito de hurto él, tras supuestamente apropiarse el varón de distintas cantidades de oro, valoradas en más de 82.000 euros, de un taller de joyería en el que trabajaba y ella por firmar un documento "falso".

Según recoge la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, los magistrados condenan al hombre a una pena de un año y nueve meses de cárcel y multa de 3.240 euros por el delito continuado de falsedad en documento mercantil; un año y seis meses de prisión por el delito de hurto con la agravante de abuso de confianza y la atenuante de reparación del daño, y al pago de una indemnización de 82.821 euros a la empresa.

Mientras, la mujer ha sido condenada a una pena de seis meses de cárcel y una multa de 1.260 euros por el delito continuado de falsedad en documento mercantil, al tiempo que los jueces la han absuelto del delito de apropiación indebida del que estaba acusada.

En concreto, la Fiscalía había pedido para él por el delito continuado de falsedad documental tres años de cárcel y multa de 3.240 euros, mientras que acusaba a la mujer de un delito de falsedad en documento mercantil y solicitaba para ella diez meses de prisión y multa de 2.100 euros.

Según la calificación inicial del Ministerio Público, el procesado había prestado sus servicios como jefe de taller en una empresa dedicada a la comercialización, fabricación y distribución de artículos de joyería desde el año 1973 hasta marzo de 2015, cuando fue despedido, declarado procedente por el juzgado.

Como jefe de taller, el acusado era el encargado de realizar anualmente el inventario y llevar el control y registro de entradas y salidas de oro en el taller a través de un programa, que tenía "encomendado en exclusiva".

De este modo, el hombre, desde 2011 hasta diciembre de 2014, "guiado con el ánimo de ilícito beneficio y aprovechando la confianza que tenía depositada en él el gerente de la empresa", se habría apropiado de distintas cantidades de oro de 18 quilates que entraban en el taller para la elaboración de joyas, así como de cantidades de oro sobrante tras el labrado de las piezas que los empleados entregaban al procesado y cuyo destino era fundirlo para obtener oro nuevo ya limpio de impurezas.