Hasta en tres residencias de ancianos de esta comunidad se ha tenido que llamar a profesionales sanitarios de los centros de salud de donde procedía el personal vacunador para aprovechar las dosis sobrantes y evitar que se tuvieran que desperdiciar.

Fuentes sanitarias a las que ha tenido acceso este diario explicaron que esto habría ocurrido durante el proceso de vacunación en al menos tres residencias.

“Las vacunas de Pfizer son muy lábiles (inestables) por lo que, una vez descongeladas, se reconstituyen en las propias residencias inyectando en cada vial 1,8 mililitros de suero y moviéndolas de arriba a abajo lentamente, sin agitarlas, durante ocho o nueve veces”, explicaron aclarando que el fármaco viene en polvo y hay que diluirlo con el suero para su posterior dosificación.

Con esta operación, los viales en los que llegan los fármacos están listos para ser inoculados a los pacientes, prosiguieron las fuentes aludidas recordando que cada vial contiene seis dosis de vacuna. El problema se da cuando los profesionales llegan a una residencia en la que, por ejemplo, deben vacunar a 55 personas. Han de ir provistos con al menos 10 viales con capacidad para inmunizar a 60 pacientes. Pero, ¿qué se hace con las 5 dosis restantes?

Las citadas fuentes, que recalcaron que una vez preparadas esas dosis ya no pueden salir de las residencias, que un nuevo traslado las dejaría inservibles, explicaron que los vacunadores, previa autorización de su gerencia, llamarían a otros compañeros de su centro de salud para que acudiesen a la residencia a inmunizarse o se las pondrían ellos mismo con el objeto de evitar desperdiciar dosis.

Desde el Servei de Salut subrayaron que hasta el momento no se ha desperdiciado ninguna vacuna porque hay órdenes estrictas de que, en estas situaciones, los fármacos se inoculen al propio personal vacunador para evitar tirarlas.

También rechazaron que se hayan tenido que malgastar vacunas porque usuarios o trabajadores de residencias que previamente habían firmado el consentimiento informado para inmunizarse se hubieran echado para atrás en el último momento.

Sin retractaciones postreras

“Esa circunstancia no se ha dado. Los responsables de las residencias revisan el día anterior el número de personas que han firmado la autorización para vacunarse y por eso se llevan las dosis precisas. Y si cambiaran de parecer en el último momento, tampoco habría problema porque los viales se reconstituyen en los propios centros y si no fueran necesarios no se les pondría el suero y podrían ser devueltos sin usar y válidos”, explicaron.

Por otra parte, la Federación de Empleados de los Servicios Públicos de UGT (FeSP-UGT) recordó ayer que se dispone de los departamentos sanitarios y de medicina del trabajo de los servicios de prevención de riesgos laborales de las distintas Administraciones (Administración central, Defensa, Administraciones locales etcétera) para dar apoyo a la campaña de vacunación contra el covid-19. Unos recursos altamente cualificados y con mucha experiencia que podrían acelerar los plazos marcados para vacunar a la población de las Islas, apuntaron.

Las jeringuillas se han tenido que cambiar

Aunque el pasado 20 de noviembre la consellera de Salud, Patricia Gómez, aseguraba que el Govern llevaba trabajando «desde hace meses» en la logística relacionada con la vacuna de la covid-19 revelando a continuación que habían gastado 1,2 millones de euros para adquirir agujas y jeringuillas «para estar preparados», lo cierto es que se han tenido que cambiar por unas de menor capacidad para poder ajustar mejor las dosis. Fuentes del Servei de Salut confirmaron que las jeringas de 3 mililitros han tenido que ser sustituidas por otras de tan solo 1 mililitro que permitirían ajustar mejor la dosis del fármaco que se inocula, 0,3 mililitros.