Todas las previsiones que manejan especialistas implicados en la anual Operación Paso del Estrecho (OPE) les hacen inclinarse por que este verano 3,2 millones de magrebís, principalmente de Marruecos, no podrán atravesar este país para pasar sus vacaciones en su tierra de origen.

Ninguna de las fuentes consultadas ve posible admitir la entrada normal de tan gran contingente de viajeros de los que no se podría saber si llevan o no el coronavirus encima. Comenzar una OPE 2020 "es imposible antes de finales de julio" indican ejecutivos relacionados con la organización del tránsito. Ni tampoco ven aconsejable emprender una operación logística de transporte marítimo y tráfico rodado de semejante envergadura en plena pandemia.

Las dificultades y riesgos son muchos, aunque fuentes del Ministerio del Interior aseguran que se está meditando una OPE 2020 "en coordinación con las autoridades marroquíes, pero sujeta a la contención del virus y condicionada a la protección de la salud".

En el aire

Ya el 30 de abril, en una de las ruedas de prensa cotidianas de Moncloa, la secretaria general de Transportes y Movilidad, María José Rallo, admitió que "hay mucha incertidumbre para saber cómo se va a desarrollar" la OPE 2020". Diez días antes, y ante los mismos atriles, el comisario principal de la Policía Nacional José Antonio García Molina adelantó que la operación "está en el aire".

Y ahí sigue. El coronavirus impone su realidad. Quedan 22 días para el habitual comienzo del éxodo vacacional de los emigrantes norteafricanos, que habitualmente comienza el 15 de junio, y en Interior no dan por seguro que para entonces hayan podido decaer las actuales restricciones a la entrada de extranjeros en España. La principal de ellas es la obligación de cuarentena de 15 días.

"Se están ponderando diferentes soluciones", indican en Interior. Una de ellas podría ser un puente aéreo con Rabat y Argel desde Francia, Bélgica y Holanda, principales países emisores de los viajeros de la OPE, pero resulta inabordable por la situación de las empresas del sector.

Mantener el tráfico por tierra implica la tarea, muy difícil, de definir áreas de descanso en carretera, por ejemplo, en las que es casi imposible mantener la obligación de distancia de seguridad. Supone también exponer a miles de trabajadores públicos al contacto con los transeúntes. O el peligro de que un rebrote o la detección de un contagio en puerto deje atrapados a miles de viajeros en España.

Cabe solo la posibilidad, admiten algunas fuentes implicadas en la OPE, de un tránsito muy limitado. En el Gobierno hay un especial interés de dos ministerios, Interior y Exteriores, de mantener las buenas relaciones con Marruecos, cuya utilidad se ha reflejado, por ejemplo, en dos golpes policiales recientes a células yihadistas en Barcelona y Ciudad Real.

Tampoco el interlocutor al otro lado del estrecho de Gibraltar tiene muy claro, según las mismas fuentes, si le conviene admitir una gran cantidad de visitantes llegados desde los focos de contagio urbanos del norte de Europa. Los datos epidemiológicos no ayudan. Bélgica es de los países más castigados por el coronavirus. Marruecos no saldrá del estado de emergencia sanitaria y su consiguiente confinamiento hasta el 10 de junio, según las previsiones anunciadas por su gobierno el pasado 18 de mayo.

El 17 de marzo,el reino alauíta cerró sus fronteras, y solo el pasado día 20 admitió el retorno de 200 marroquíes que se habían quedado atrapados en Melilla y que dormían en la plaza de toros de esa ciudad. Su último dato de evolución de la epidemia presenta 7.332 casos diagnosticados y 197 fallecimientos.

Gran logística

Incluso para la segunda potencia turística mundial la Operación Paso del Estrecho es un reto organizativo de primer orden. Desde 1996, año en que se pusieron en marcha estas operaciones, el número de transeúntes norteafricanos no ha dejado de crecer. En 2018, según la Dirección de Seguridad Nacional de Presidencia del Gobierno, fueron 3.241.679 los pasajeros que cruzaron la península, a bordo de 734.240 coches. En 2019, fueron 3,34 millones de personas y 760.000 coches y furgonetas.

La OPE tiene dos fases: la primera de salida, entre el 15 de junio y el 15 de agosto, y la segunda de retorno, del 15 de julio al 15 de septiembre.

Tras pasar los Pirineos, todo ese contingente se dirige a nueve puertos españoles (Algeciras sobre todo, y Tarifa, Málaga, Motril, Alicante, Almería, Ceuta y Melilla) tras un trayecto que supervisan 21.000 trabajadores públicos, desde guardias civiles de Tráfico a traductores, voluntarios de Protección Civil o sanitarios de la Cruz Roja.

Pérdida millonaria

Una suspensión de la Operación Paso del Estrecho supondrá un duro golpe para las gasolineras de los ejes Irún-Algeciras y Portbou-Almería, y para todos sus negocios asociados. Una estimación a la baja atribuye un gasto medio de 30 euros a cada uno de los transeúntes en comida, bebidas y otros productos de tienda de gasolinera durante el tránsito de ida y otros tantos de vuelta. Eso, por 3,2 millones de viajeros, supone 96 millones de euros.

Pero es la gasolina el grueso del negocio: una media de dos depósitos a la ida y tres a la vuelta, porque los viajeros suelen detenerse en la frontera a repostar antes de quedar a merced de los precios del combustible en Francia. De nuevo la estimación media, y a la baja, de 65 euros por depósito, supone que las gasolineras de las carreteras que cruzan los norteafricanos ingresan en una OPE normal 1.040 millones de euros.