Disponer de datos médicos para investigar no es fácil. Los científicos han de cumplimentar muchos requisitos administrativos porque es información considerada sensible. En España está prohibido captarla y procesarla sin autorización expresa del paciente. Además, las leyes exigen que sean anónimos, se destinen solo al uso para el que se piden y luego se destruyan. La comunidad bioinformática pide mantener esa información y que los grandes hospitales dejen de considerarla patrimonio propio.