Las mascarillas forman parte del nuevo paisaje urbano que está dejando la desescalada de la crisis del coronavirus en Córdoba, algo que a partir de hoy se convierte en un obligado cumplimiento ante la resignación de los ciudadanos, que, sobre todo, anteponen la salud a los inconvenientes y molestias que acarrea la nueva norma. Aunque, eso sí, muchas personas tienen dudas sobre su uso, además de temer por su bolsillo, «ya que supone un gasto extra» para una economía «ya bastante maltrecha». Así se manifestaba Carlos Jiménez, que asume que «esto es lo que hay», una frase que sale de la boca de muchos ciudadanos cuando se les pregunta qué les parece que tengamos que ir con nariz y boca tapada hasta no se sabe cuándo, sobre todo cuando lleguen los cuarenta grados cordobeses.

«Yo ya me siento asfixiada y aún se puede estar en la calle», decía la joven Susana Pérez, que reconoce que está pensando en utilizar las pantallas faciales, «que parece que ahora las hay a buen precio y dan la impresión de ser más cómodas». Una de las cuestiones que se plantean los ciudadanos es si habrá sanciones por no usarlas y de qué tipo. «Eso no lo han dicho», replica Rafael Contreras a la mujer que lanza la pregunta al aire sin pararse a recibir respuesta. «Entiendo que debemos hacer lo que haga falta para salir de esto, y llevar mascarilla no me parece un precio muy alto para acabar con esta pandemia que nos está destrozando a todos, tanto a nivel emocional como económico», continuó González.

Para Carmen López, la preocupación son sus hijos pequeños. «¿Tengo que ponerles mascarillas aunque todas les queden grandes?», se pregunta esta mujer, a la que también le preocupa su economía, ya que son cinco de familia y confiesa que tienen que utilizar «truquillos» para que se adapten a las pequeñas caras de sus hijos.