La presión policial ha llevado a las redes del narcotráfico del Campo de Gibraltar a mover sus desembarcos hacia otras costas, una suerte de deslocalización de su actividad que ha afectado especialmente a decenas de jóvenes de la zona que trabajaban como operarios de estas organizaciones. «Puede ser como un ere (expediente de regulación de empleo), o como un erte, porque no sabemos si será temporal», ironiza una persona de la zona. El problema de este peculiar ere es que los jefes se han ido a trabajar a otras zonas, desde Huelva a Málaga o Almería, dejando cuantiosas deudas a unos 70 asalariados del Campo de Gibraltar, sin pagarles por sus últimos trabajos, según cuentan fuentes de la lucha contra el narcotráfico.

La situación ya ha provocado diversos enfrentamientos en La Línea de la Concepción (Cádiz) e incluso algún disparo al aire, porque, después de varios meses de espera, los operarios han decidido reclamar el dinero que se les adeuda desde este verano por haber trabajado en unos ochenta desembarcos de fardos de hachís. En los últimos días, grupos de ellos se han plantado en las casas de sus deudores, a veces dos días seguidos, para reclamar su dinero, una especie de escraches que han hecho saltar las alarmas y temer una escalada de violencia porque hay mucho dinero en juego. En el organigrama de las redes del narco, los últimos escalones los ocupan los puntos, que vigilan cuando se va a realizar un desembarco y siguen los movimientos de las patrullas para alertar si hay que abortar la maniobra. En estos últimos escalones están también los paqueteros, los que una vez que la lancha toca tierra se encargan de llevar lo antes posible los fardos de hachís desde la embarcación a los potentes vehículos con los que la droga es sacada de la costa y conducida a sus guarderías, donde se oculta hasta que llega el momento de continuar su viaje. En cada desembarco las redes suele emplear unos 40 puntos y entre 15 y 20 paqueteros. Son los escalones que menos cobran. Cada punto recibe entre mil y 2.000 euros por desembarco y cada paquetero, entre 2.000 o 3.000 y trabajan para las distintas redes, porque las organizaciones comparten algunas infraestructuras. Durante años decenas de personas, especialmente jóvenes de la Línea de la Concepción de entre 17 y 21 años, han encontrado así un método fácil de ganarse la vida, con el que en apenas media tarde sacaban mucho más de lo que ganarían en todo un mes de trabajo. En las épocas de mayor intensidad se calcula que un mínimo de siete narcolanchas, cargadas con entre 2.000 y 3.000 kilos de hachís cada una, llegaban desde Marruecos a las costas del Campo de Gibraltar, lo que implica que algunos puntos o paqueteros podían ganar miles de euros al día.

Pero este verano la situación empezó a cambiar. La puesta en marcha del Plan Integral del Campo de Gibraltar, que ha llevado a sucesivas redadas y operaciones contra el narcotráfico en la zona, ha hecho que las organizaciones hayan optado por salir de su zona de confort. Los lancheros o conductores, se han desplazado con ellos, pero no los puntos y paqueteros, que se han quedado sin actividad en La Línea de La Concepción.

La situación recuerda a los noventa cuando el narco se desplazó también a Barbate, Conil, Chiclana, Sanlúcar o Huelva. Pero a partir del 2004 volvió al Campo de Gibraltar. En las calles de La Línea puede haber ahora casi un centenar de jóvenes que, tras este ere del narco, podrían querer buscar una oportunidad en tajos menos lucrativos pero más legales y menos dañinos y arriesgados.