En libertad desde el 22 de julio, los delincuentes de La Manada siguen con su vida y sin fuentes de ingresos. Escudero ha sido despedido de la peluquería familiar del barrio de Triana donde trabajaba por «la presión social», según fuentes cercanas a él. Escudero sigue con su novia, que acudía a verlo a prisión y mantuvo con él varios vis a vis. Iba a pedir cobrar el paro, pero ha decidido cambiarlo por el subsidio para los liberados de la cárcel. Boza y Prenda no tienen oficio conocido. El último había hecho un curso de frigorista. Boza ha vuelto a prisión y Prenda a su barrio, donde está recibiendo el apoyo de su familia.

En otra situación laboral están los dos funcionarios de La Manada. Alfonso Cabezuelo, que prestaba servicio en la Unidad Militar de Emergencias (UME), está sin destino por orden del Ministerio de Defensa. Hasta que sea firme la sentencia, cobra el 75% de su sueldo y está en casa. Cabezuelo es, según una persona que lo conoce bien, «reservado, inexpresivo, el más reflexivo de todos, el más callado». La misma fuente explica que fue él quien rompió la relación con su novia tras ser encarcelado. «Es guapo, atractivo, tiene mucho músculo y poco cerebro», añaden quienes aseguran que a menudo bromeaban con que, por su físico, era un candidato perfecto para acudir al programa Mujeres, Hombres y Viceversa.

También sin destino y cobrando el 75% de su sueldo está el guardia civil Antonio Guerrero, condenado por abuso sexual y por robar el teléfono móvil de la víctima en aquel portal de Pamplona. Guerrero es, afirman quienes conocen a La Manada, «el líder del grupo, el triunfador para todos ellos al haber conseguido ser guardia civil». Tras ser encarcelado, dejó embarazada a su novia durante un vis a vis en prisión. L.R. / V.L