Hoy es el Día de la Mujer. Las mujeres están llamadas este miércoles a seguir una convocatoria de paro de media hora y afloran de nuevo las estadísticas que reflejan que la brecha salarial continúa presente, que la igualdad sigue estando demasiado lejos. La sociedad se pregunta de nuevo qué hacer y fija sus ojos en la educación. La clave para sentar las bases de la igualdad y que nos enseña que queda mucho por aprender.

Rótulos neutros para indicar cuál es el despacho del director o directora y cuál el de la jefa o jefe de estudios, tareas iguales para alumnos y alumnas (si toca recoger y limpiar el aula, todos trabajan lo mismo), incentivos para que las chicas que son brillantes en Ciencias venzan los estereotipos y se animen a estudiar carreras tecnológicas o ingenierías. Y lo mismo con los chicos, ¿qué tiene de malo que un chaval estudie danza?

"La escuela es fundamental. Cuanto antes empiecen los niños a abordar la igualdad de género y a combatir los clichés, a tratar a todos sus compañeros con equidad y tolerancia, mejor". Lo dice, con toda la firmeza del mundo, una de las estudiantes que este año terminan elciclo de Promoción de la Igualdad de Género en el instituto público Can Vilumara de L’Hospitalet de Llobregat. Ana, que así se llama la alumna, forma parte de la segunda promoción que saldrá del centro con una titulación específica en estos estudios.

Desde que en 1976 se planteó por primera vez que niños y niñas fueran juntos a clase de manera normalizada (hasta entonces, las aulas mixtas eran una excepción), los avances hacia la coeducación o educación en igualdad de condiciones para hombres y mujeres han sido relevantes. "Pero insuficientes", constataba recientemente Mercè Otero, docente, feminista y miembro del colectivo Ca la Dona.

Aún hay, indicaba Otero, momentos y lugares en los que se perpetúan los roles tradicionales de género. "Existe todavía una brecha en los juegos que se imponen en la hora del patio, en ellenguaje que se emplea en el aula y en los ejemplos personales y referentes que se utilizan cuando se explican las asignaturas, ya sea Matemáticas o Historia", señaló.

El sexismo académico sigue, por ejemplo, guiando a las chicas hacia los estudios más sociales, los que propician el trato humano, mientras que la tecnología sigue siendo coto casi exclusivo de los chicos. No hace falta llegar hasta la universidad para comprobarlo: en el curso 2015-2016, el último del que el Ministerio de Educación tiene datos oficiales, un 93% de las estudiantes de ciclos de formación profesional (FP) del área de la Imagen Personal eran chicas; en la rama de Textil y Confección representaban a un 86,2% del alumnado y en Servicios Sociales, a un 85,5%. En Electricidad y Electrónica, en cambio, solo había un 2,5% de estudiantes femeninas y en Instalaciones y Mantenimiento, un 1,8%.

LA DIFÍCIL ADOLESCENCIA

Mercè Otero, que participó en los años 80 en la redacción del Libro Lila de la educación en Cataluña, asegura que, pese a los muchos esfuerzos y los importantes pasos dados en los últimos tiempos, "la escuela es todavía androcéntrica". Entre otras cosas, apunta, porque no ha habido suficiente formación del profesoradoen este sentido. "Nadie se ha preocupado por saber qué pasa y cómo tratar a los alumnos en la difícil franja de la preadolescencia y la adolescencia, nadie ha explicado a los profesores de secundaria cómo explicar o cómo tratar a cada uno de sus alumnos según sus especificidades", lamenta.

No es fácil bregar con estudiantes que se encuentran en plena revolución hormonal, en fase de formación de una identidad propia y con unos modelos (en casa, en la tele, en Instagram) que muchas veces son lo contrario de la igualdad y la tolerancia. Por eso, una de las últimas actividades que han realizado los estudiantes del ciclo de Promoción de la Igualdad de Género del Can Vilumara ha sido impartir una formación a sus propios profesores (también a los que dan clases en ESO y en bachillerato), para que "tengan unas herramientas, unas nociones, ni que sean básicas, para saber cómo tratar estos temas", subraya Livia, otra de las estudiantes del ciclo.

"El problema es que los profesores, cuando estudiaron sus carreras,nunca tuvieron ninguna asignatura específica sobre cómo tratar la diversidad de género, ninguna diversidad de hecho", añade la joven, que también es maestra. "Y acaban reproduciendo lo que ellos vieron, a su vez, cuando eran alumnos", remacha Marta, otra de las jóvenes que termina este año el ciclo. Está claro, coinciden las chicas, que cada docente tiene sus propios apriorismos, que de un modo u otro se reflejarán siempre en sus clases. "Es lo que denominamos elcurrículo oculto", señalan.

El cambio de mentalidad, no obstante no debe ser solo de la escuela. En la educación en sentido también intervienen agentes como la familia, los consumos culturales y, por supuesto, las redes sociales.