La nueva ley sobre el consentimiento sexual, que considera como violación cualquier acto sexual sin acuerdo explícito, incluso en ausencia de amenaza o violencia, entró en vigor este pasado domingo, 1 de julio, en Suecia, después su aprobación con el respaldo de todos sus partidos el pasado 23 de mayo. Suecia se une así a otros países europeos con legislaciones similares en ese apartado, como Gran Bretaña, Bélgica, Islandia y Alemania.

La nueva norma descarta el requisito de violencia, amenazas o aprovechamiento de la indefensión, para que un acto sea considerado violación. A partir de ahora, el consentimiento no deberá ser necesariamente verbal, sino que también puede producirse a través de gestos o «de alguna otra manera», según la ley, que señala que, en caso de duda, el autor de los hechos deberá probar que la participación fue voluntaria.

Nuevas condenas / La condena mínima para violación grave y violación grave contra menores de quince pasa de cuatro a cinco años, según la reforma legal. «Se ha terminado con el punto de vista de ‘pobrecitos los hombres’ y que es tan difícil hacer algo», afirmó en el debate parlamentario previo la diputada socialista Linda Snekker. Otra parlamentaria, la liberal Maria Arnholm, consideró el cambio legal «un paso más» para lograr el objetivo del respeto total a la sexualidad de cada persona.

Amnistía Internacional (AI) señaló en un comunicado que la aprobación de la nueva ley supone «una enorme victoria» para los derechos de las activistas suecas.

«Debería ser obvio. El sexo tiene que ser voluntario. Si no lo es, entonces es ilegal. Si no estás seguro, abstente», dijo entonces el primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Löfven.

La moción fue presentada en pleno auge de la campaña de denuncias de abusos #Metoo (Yo también), surgida a raíz de las primeras acusaciones contra el productor de Hollywood Harvey Weinstein y que en Suecia ha tenido especial relevancia. Miles de actrices, músicas o abogadas suecas firmaron manifiestos contra el acoso, una campaña que ha afectado incluso a la Academia sueca, la institución que cada año otorga el Nobel de Literatura. La secretaria permanente de la institución que otorga precisamente ese premio de la Academia, Sara Danius, se vió forzada a dimitir, así como la académica Katarina Frostenson, por un escándalo sexual. Solo unos días antes otros tres académicos dejaban también su sillón por el mismo escándalo.