La familia es el primer vínculo que creamos en los primeros años de vida. Nuestra forma de relacionarnos estará marcada por esas relaciones y, a través de ellas, iremos interiorizando esquemas afectivos. Estos esquemas se irán modificando a medida que la familia evolucione, en el caso de que lo haga.

Algunas familias mantienen unas áreas se seguridad y protección sin que haya otro tipo de enriquecimiento. La comunicación no es fluida y no hay una confianza plena, especialmente en esos momentos en los que existe algún tipo de problema. Sin embargo, no basta con satisfacer las necesidades básicas, como la alimentación y los estudios, sino que debemos crear vínculos fuertes, una unión que se vaya enriqueciendo y nos dote de más felicidad. Esto nos hará sentir bien dentro de casa y mejoraremos en bienestar también fuera.

RELACIONES EN CASA

Las familias felices no son las que aparecen en televisión. No existe algo idílico y perfecto donde siempre hay felicidad. Las familias felices tienen problemas, los superan, se enfadan y también gestionan mal algunas emociones. Sin embargo, en su día a día han ido estableciendo unas dinámicas que ha hecho que sus vínculos se hayan fortalecido y han sabido superar la imperfección de cada uno para trabajar a favor de la familia, independiente del número de personas que allí vivan.

¿Cómo ser feliz en familia? Los siguientes consejos te ayudarán a tener mejores relaciones dentro de casa:

1. Primer paso

Cuando nos enfrentamos a una situación que queremos modificar, siempre debemos empezar por dar un pequeño paso, por simbólico que sea, que nos saque del bloqueo y empiece a mover la rueda.

Cuál es el primer paso que puedes hacer para que la familia esté mejor? Desayunar juntos por las mañanas o tal vez llegar media hora antes del trabajo? Cualquier cambio, por pequeño que sea, tendrá grandes consecuencias.

2. Compartir lo positivo

Los grupos de WhatsApp se utilizan normalmente con los amigos y, cuando se usan en familia, no siempre es para compartir. Reenfocarlo y empezar a explicar todo lo bueno que nos ha ocurrido nos ayudará a fortalecer la empatía con los demás y unirnos a ellos.

3. Nadie es perfecto

Los padres y madres parten de la premisa de que tienen que ser perfectos, mantenerse siempre enteros y no dar explicaciones. Cuando tienen un mal día no llegan y explican que están hartos de su jefe. Lo que hacen es canalizar su rabia regañando en lugar de abrirse.

Todos partimos de la misma esencia en la que no sabemos cómo enfrentarnos a muchas de las cosas que nos pasan. Aceptarlo, no ser robots frente a los hijos y asumir que también nos equivocamos eliminará barreras y nos acercará a los demás.

4. Espacio

La intimidad de cada uno es imprescindible, siempre basándose en el respeto y la expresión de las necesidades. Los adolescentes empiezan a reclamar una mayor independencia que, dentro de unos límites, debe ser escuchada.

5. Buscar intereses

Madres, padres e hijos no difieren tanto. Son las mismas personas en diferentes momentos vitales. Esto es algo que tiende a no aceptarse. Se marca una barrera donde no hay intereses comunes. La música o los libros que se leen son diferentes. Sin embargo, hay aficiones que se pueden compartir, más allá de las barreras que a veces se construyen de forma ficticia.

La familia es uno de los pilares más fuertes que se pueden construir. Una vez que se sustenta en seguridad y desarrollo mutuo, puede empezar a construirse un bienestar, siempre y cuando todos los miembros estén dispuestos a abrirse, comunicarse, expresar sus necesidades y basarse en la confianza y el respeto.