Como padres, nos preocupamos por la salud física de nuestros hijos, pero también lo hacemos por la mental. Nos interesamos por la gestión de sus emociones, su bienestar y su conducta. En muchos casos, nos surge la duda de si pueden estar pasando por una mala época o tal vez necesiten ayuda.

Los niños pasan por diferentes momentos evolutivos a un ritmo vertiginoso. Este cambio acelerado de etapas nos lleva a confusión sobre si los momentos malos son puntuales o perdurarán en el tiempo. ¿Debo esperar a que se le pase o tengo que buscar ayuda profesional?

¿NECESITA AYUDA?

Los psicólogos buscan dar la ayuda que las personas necesitan, independientemente de si es con adultos, niños o adolescentes. Se adaptan a sus necesidades y buscan otorgar las herramientas necesarias que ayuden a la persona a superar los problemas con lo que se encuentra en ese instante. Pero también enseñan una serie de habilidades que servirán en el futuro en situaciones similares.

Cuando nuestros hijos necesitan ayuda, buscamos la forma de dársela. En ocasiones esta ayuda debe venir de la mano de un profesional, como puede ser el pediatra o el psicólogo, dependiendo del problema. Esta ayuda estará con nosotros durante un tiempo determinado, de menor o mayor duración, según el caso. Pero ¿cuándo sé si mi hijo tiene que ir al psicólogo? ¿Es algo típico de la edad o tengo que visitar a un especialista?

A través de las siguientes situaciones, veremos si nuestro hijo se encuentra en alguna de ellas y, por tanto, nos debemos plantear buscar ayuda psicológica:

1. Situaciones estresantes

Si la familia pasa por momentos difíciles que están conllevando un alto nivel de estrés, nuestro hijo se verá directamente afectado. Cambios de domicilio, divorcios o enfermedades en la familia son mal gestionados por los adultos, pese a su madurez, por tanto, un niño no podrá hacer frente de ninguna forma a dichas situaciones. Como padres, en estos casos, no siempre sabemos dar la ayuda necesaria.

2. Desnivel académico

Tanto si nuestro hijo excede las capacidades requeridas para su nivel académico como si no llega a ellas, no solo debe ajustarse en la escuela, sino que debe ser tratado a nivel emocional fuera de ella. El cambio de curso le dará la sensación de estar viviendo algo atípico y anormal que no saben bien cómo tomárselo.

3. Problemas de conducta

Agresividad, irritabilidad, gritos descontrolados y rabietas continuas son señales más que suficientes para identificar un problema de conducta. Esto no es algo unilateral: como sus padres y educadores, tenemos mucho que ver con cómo los niños se portan. El tratamiento psicológico abordará ambas partes para saber cómo todos debemos comportarnos. Es una ayuda conjunta, con pautas tanto para los padres como para los hijos.

4. Falta de habilidades sociales

Cada niño tiene una forma diferente de comportarse y relacionarse. Mientras que unos son muy abiertos, otros se dejan llevar por la timidez. Si estas diferencias individuales son muy marcadas y están generando un alto nivel de malestar, debemos buscar ayuda. Existen tratamientos específicos para enseñar a los más pequeños habilidades sociales.

5. Alteraciones significativas en el sueño o el hambre

Tanto si duerme en exceso como si le cuesta conciliar el sueño, o si no quiere comer o hay hambre en exceso, debemos replantearnos que a nuestro hijo le ocurre algo. Descartadas las cusas físicas, puede deberse a un tema emocional, muchas veces relacionado con otras personas, como problemas escolares. El psicólogo nos ayudará a encontrar la raíz y poder poner remedio.

Los problemas de conducta o la negativa a la hora de irse a la cama son hechos comunes a todas las familias. Es su gravedad y su perpetuidad la que nos puede estar poniendo en alerta de que algo ocurre. Otros problemas más específicos, como los divorcios, son claros signos de que podemos necesitar ayuda. Es el momento de que intervenga un psicólogo y nos facilite las herramientas que en esos momentos no tenemos.