Después de disfrutar de una cena entre amigos llega el momento de pedir la cuenta. Comienza entonces el aburrido debate sobre cómo debería repartirse la ‘dolorosa’: ¿Se divide el montante total entre el número de comensales? ¿Cada uno paga exclusivamente su bebida y sus platos? En ese caso, ¿quién paga las patatas bravas? ¿Y la botella de vino que se han pimplado en una punta de la mesa? Para estos casos, una muy buena solución con grandes dosis de emoción y cachondeo es la llamada ‘credit card roulette’ (la ruleta rusa de las tarjetas de crédito). La dinámica del juego es muy sencilla y la finalidad del mismo se puede resumir en tres palabras: uno paga todo.

Para poder realizar este juego es necesario, obviamente, que todos los participantes lleven encima la tarjeta de crédito. En ese caso, todos dejan las tarjetas encima de la mesa y el camarero o camarera se encargará de escoger una, cual mano inocente. Se puede escoger directamente la tarjeta ‘ganadora’, con la que se pagará íntegramente todo el festín, o devolver una a una las tarjetas ‘finalistas’ hasta que solo quede una. Sobra decir que esta segunda variante del juego es la que genera más expectación y risas.

Para evitar que siempre paguen los mismos, se recomienda que las personas que hayan pagado en una comida o cena estén exentos de participar en las siguientes rondas o ruletas.

El juego de la ruleta rusa de las tarjetas de crédito, muy poco habitual en España, fue inventada hace unas dos décadas según Wikipedia. Uno de los precursores fue un amante de las apuestasl llamado Matt Formica. Él jugaba una versión diferente, en la que el camarero participaba activamente: Formica ofrecía cinco o seis tarjetas de las cuales una estaba cancelada. Si el camarero escogía esta última, la comida le salía gratis al cliente. Si el mesero se quedaba con una de las tarjetas que ‘funcionaba’, se llevaba una suculenta propina.

En contra del juego, la comida o cena con los amigos puede salir por un ojo de la cara. A favor del juego, la estadística juega siempre a favor del participante y garantiza unas cuantas risas en la sobremesa.