Cada año se realizan en todo el mundo medio millón de exorcismos, el triple que 10 años atrás, por parte de unos 400 curas autorizados, dicen fuentes vaticanas. Pocos expertos para mucha tarea. "El problema es que los curas jóvenes no creen en Satanás", explican los veteranos que siguen un curso para ser exorcista, el decimotercero, que esta semana se celebra en Roma. Tiene por título 'Curso de exorcismo y oración de liberación', es el único que existe en el mundo y de él han salido ya unos tres mil diplomados. No pueden ejercer por su cuenta, porque la del exorcista no es una profesión libre, sino que la deciden los obispos de cada diócesis.

Tras el primer curso, con 150 alumnos, el éxito fue tan rotundo que se ha ido repitiendo. Lo imparte la Universidad Regina Apostolorum, de los Legionarios de Cristo, y al mismo asisten curas, pero también médicos, psiquiatras, criminólogos y agentes de la policía. Unas 250 personas, procedentes de 51 países. Porque si la posesión diabólica para los organizadores a veces es real, también admiten que con frecuencia se trata solo de una enfermedad psiquiátrica o la consecuencia de una participación en sectas satánicas.

"El problema es que los curas jóvenes no creen en Satanás", lamentan los inscritos más veteranos

“Con pocas preguntas, un exorcista puede entender si se trata de un fenómeno espiritual o de otra cosa”, ha ilustrado Pedro Barrajón, teólogo de la universidad de los Legionarios.

Al lado de quienes se toman en serio el estudio sobre las posesiones y su distinción de las obsesiones o enfermedades también participan los ignorantes y los aprovechados. Como un catalán aspirante a industrial que viajó a Roma para afiliarse a la iglesia satánica. “Yo quiero hacer dinero y por ello estoy dispuesto a pactar hasta con Satanás”, dijo al cronista. El 'papa' de dicha iglesia, situada en la periferia de Roma, organizaba verdaderas orgías en su templo, siempre con la presencia de una joven vírgen y siempre con bebida de la sangre obtenida tras su desfloración encima de un altar más bien diminuto.

Hay casos muy distintos. Un día del pasado febrero una maestra de Reggio Calabria, en el sur de Italia, llamó alarmada al cura, que fue seguido por los carabineros, porque al entrar en el aula había encontrado a un grupo de alumnos de entre 9 y 11 años, en corro entorno a unos lápices que saltaban y se movían por el suelo. Jugaban a 'Charlie Charlie Challenge', una diversión supuestamente mágica llegada de México y popularizada a través de YouTube. “El padre de la mentira (Satanás) es cada vez más buscado, indagación potenciada por internet y las redes sociales”, explica José Enrique Oyarzún, subdirector del instituto Sacerdos, coorganizador del curso universitario romano.

"Medievales y brutales"

Nada tenían ver con Satanás las andanzas de don Michele Barone, cura en la zona de Caserta, cerca de Nápoles, que en estas semanas ha terminado en la cárcel, después de haber topado, según él, con un diablo que había tomado posesión del cuerpo de una menor. En arresto domiciliario han entrado también los padres de la chica y un oficial de la policía, todos ellos “sostenedores conscientes y voluntarios” de los encierros de la joven con el cura, a grito pelado, con invocaciones a la Vírgen y amenazas de represalias sobrenaturales si la niña no aceptaba las violencias para ser liberada del demonio. Eso afirma en su auto la fiscalía correspondiente. "Medievales y brutales ritos exorcistas", ha rebatido Angelo Spinillo, obispo del cura, quien un año atrás ya le había prohibido que ejerciera en público.

El curso romano consta de 35 lecciones sobre varias materias, desde psicología hasta historia de la iglesia, pasando por criminología. Quien termina la semana intensiva, sale diplomado, que no significa automáticamente una licencia como exorcista. Tiene que perdírselo su obispo.

De las prisiones de Enver Hoxa a los exorcismos por móvil

El curso 'full immersion' de antisatanismo cuenta este año con la participación de Ernest Simoni, un cardenal de 90 años, 18 de los cuales transcurridos en las cárceles del dictador albanés Enver Hoxha, que ha inaugurado la primera lección, ilustrando que realiza exorcismos por teléfono. “Por el móvil practico cuatro o cinco exorcismos al dia”, ha dicho, como si fuera lo más normal del mundo.

Giuseppe Ferrari, que forma parte del Grupo de Investigación e Información Religiosa (GRIS), coorganizador del curso, ha explicado que “la idea de promocionarlo nace para intentar resolver las dificultades en las que se debaten varios sacerdotes al afrontar problemas que presentan las personas que desean liberarse del contacto con el mundo del ocultismo, de la magia, del satanismo o que, por razones varias, sienten que tienen que ver con el demonio”.

Andrea Gallo es un cura que vive con los más desposeídos en los recovecos del puerto de Génova. Explica que "frente a ciertos fenómenos, se insiste con el satanismo como si se quisiera decir ‘tenemos el poder de echar al diablo'". Añade que conoció al exorcista oficial de la ciudad, que le dijo que la mayor parte de los casos de endemoniados eran personas que querían ser escuchadas. Se pregunta por qué frente a temas como la posesión demoniaca se enciende el debate, y se responde a sí mismo: "Porque las personas vivien en el miedo, el miedo a morir, al mal, a la sumisión, y los sacerdotes y obispos que dicen habar en nombre de Dios lo hacen por la misma razón: el miedo. ¿Es posible encontrar otra respuesta que no sea el miedo y el terror?". El cura callejero afirma que la solución es "caminar juntos, porque nadie se libra por sí solo".