La muerte de Palomo Linares ha significado el adiós a un revolucionario del toreo en la década de los 70, un diestro que, bajo el paraguas de Manuel Benítez El Cordobés, y el histórico rabo que cortó en Las Ventas en el año 72, le convirtieron en todo un fenómeno social de la época.

Era inevitable compararle con El Cordobés; de hecho formaron pareja artística en lo que se dio a conocer campaña de los guerrilleros, llegando a torear juntos en más de 60 tardes. Esta fórmula mediática le sirvió para, tras tomar la alternativa en 1966, convertirse en todo un fenómeno taurino y social de la época, más aún después de que El Cordobés dejara su trono en 1971. El aficionado necesitaba un revolucionario de esta índole y encontró en el de Linares al heredero del Quinto Califa del Toreo. Pero el hito que más marcó su carrera, y posiblemente su vida, fue el histórico y polémico rabo que cortó al toro Cigarrón, de Atanasio Fernández, el 22 de mayo de 1972 en Las Ventas, convirtiéndose en el décimo y, hasta la fecha, último diestro en lograr los máximos trofeos de un toro en Madrid.