La proliferación de relojes con GPS ha llevado a miles de personas en todo el mundo a controlar el deporte que hacen, calcular el tiempo y distancia del mismo, así como establecer rutas que habitualmente se comparten a través de las redes sociales o con otros corredores. Pero en la última semana un tribunal inglés ha descubierto otra utilidad: ha resuelto un asesinato.

Mark 'Iceman' Fellows acaba de ser condenado por asesinar al líder de una mafia de Manchester, al norte de Inglaterra, y a su socio. Según Manchester Evening News, periódico local, las dos víctimas, 'MrBig' Massey y John Kinsella actuaban por toda Europa. El GPS de Fellows, que utilizaba para correr, ha sido determinante en la sentencia.

Fellows mató a Kinsella en marzo de 2018. Pese a que trató de cubrirse la cara, fue identificado por varios testigos. A la vuelta de un viaje con su novia, fue detenido en el aeropuerto, lo que reabrió el caso de la muerte de Massey, que había sido en 2015 y estaba sin resolver.

Aficionado a las carreras populares, la policía—que ya tenía a Fellows como principal sospechoso de este primer crimen—descubrió que en una de ellas celebrada apenas dos meses antes del asesinato, llevaba una pulsera GPS.

Pidiendo el examen de este reloj, descubrieron que no había sido nada cauteloso, ya que había grabado los trayectos a las casas de ambas víctimas. En el asesinato de Massey, el corredor grabó la ruta dejando constancia del tiempo que había tardado en el trayecto.

Un jurado del Tribunal de Liverpool le ha condenado a cadena perpetua por ambos asesinatos.