El cambio de hora se producirá en la madrugada de este domingo, cuando los relojes deberán adelantarse una hora para entrar en el horario de verano del 2019. Cuando las agujas del reloj marquen las dos de la madrugada, se tendrán que avanzar hasta las tres.

La modificación horaria se aplica en todos los países de la Unión Europea (UE), con la intención de ajustar la jornada laboral a las horas de luz natural. A partir de mañana domingo amanecerá y anochecerá más tarde, hasta otoño.

El cambio al horario de verano se produce siempre en España la madrugada del último domingo de marzo. Este 2019 se da la circunstancia de que el último domingo es también el último día del mes. Por tanto, se mantiene el horario de invierno durante casi todo marzo y se cambiará la hora el día 31.

La consecuencia más inmediata del cambio de hora es que amanecerá y anochecerá una hora después, por lo que se dispondrá de más tiempo de luz solar por las tardes. Ello suele beneficiar a los negocios de ocio como la restauración, ya que la gente tiende a alargar los paseos y a regresar a casa más tarde.

El horario de verano suele tener efectos molestos (insomnio, somnolencia, irritabilidad o mareos), sobre todo en niños y ancianos. Se han realizado muchos estudios acerca de sus consecuencias, aunque ninguno con resultados concluyentes. Lo que sí es un hecho es la alteración del sueño debido al cambio de hora, ya que el horario de trabajo sigue siendo el mismo aun habiendo dormido una hora menos. La ruptura de la rutina del sueño produce un efecto similar al del jet-lag, o un aumento de migrañas. Esto puede producir, según una investigación elaborada por científicos españoles, un aumento de la mortalidad en las carreteras de 1,5 vidas perdidas cada año. Las razones se relacionan con la fatiga, debido a la acumulación de una hora de sueño.

Otra eventual consecuencia de la alteración del sueño sería un incremento en el número de infartos agudos del miocardio de entre un 4% y un 29%. La tasa de ataques cardiacos durante los primeros tres días de la semana después del cambio al horario de verano aumenta en torno a un 5%, según el European Review for Medical.

Pero los humanos no son los únicos que sufren el cambio de hora. Se investigan también los problemas que pueden afectar a los animales, sobre todo los de granja. El cambio horario altera las horas de alimentación, por ejemplo en los cerdos, provocándoles ansiedad. También modifica las horas de ordeñar a las vacas (se les extrae la leche cada 12 horas), lo que provoca pérdidas en el total de litros obtenidos al final del día.

ARGUMENTOS PARA EL CAMBIO/ Uno de los argumentos que avalan el cambio al horario de verano son los datos que aporta el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), que estima que el ahorro energético potencial es de un 5% solo en España. Este porcentaje representa, aproximadamente, unos 300 millones de euros. De esta cantidad, 90 millones corresponderían al consumo doméstico (unos 6 euros por hogar), y el resto, a la industria o a la iluminación de edificios de servicios.

El cambio de hora de marzo del 2019 no será el último. La Comisión Europea se había fijado el

objetivo de poner fin este año a los cambios, pero finalmente no será así. El Parlamento Europeo ha propuesto que el último año con cambio de hora sea el 2021. La voluntad de los eurodiputados es que los países que se queden con el horario de verano hagan el último cambio en marzo de ese año, y los que opten por el de invierno, en octubre. El cambio de hora se remonta a la década de los 70, con la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz natural del Sol y consumir menos electricidad (España introdujo el cambio horario en el año 1974).