Este año la primera ola de calor del verano ha coincidido de lleno con el inicio del mes de agosto, lo que para muchos supone el principio de unas ansiadas vacaciones. Este periodo se convierte en sinónimo de desconectar, descansar y pasar más tiempo al aire libre, unas prácticas beneficiosas para nuestra salud física y mental pero que, sin embargo, pueden traernos problemas durante estos días de intenso calor.

En pleno aumento de las temperaturas, exponernos a ambientes con temperaturas elevadas durante mucho tiempo puede llevarnos a sufrir las consecuencias del calor en nuestras carnes.

Cómo reacciona el cuerpo

Conforme suben las temperaturas, nuestro cuerpo reacciona intentando adaptarse al calor. Es decir, activa unos determinados mecanismos para regular el termostato interno y mantener la temperatura dentro de unos límites aceptables. En el caso de un individuo sano, la temperatura corporal estándar ronda los 37 grados. Algo que puede ir variando aproximadamente 1 grado durante el día, dependiendo de factores como, por ejemplo, el nivel de actividad física realizada.

A medida que suben las temperaturas, nuestro cuerpo empieza a trabajar para equilibrar la carga de calor. Para ello el primer paso es el aumento de la frecuencia cardíaca, lo que permite bombear más sangre hacia la piel y las extremidades. De ahí una mayor producción de sudor, el mecanismo del cuerpo para enfriarse. De esta manera el cuerpo empieza a trabajar para evitar el colapso por la subida de las temperaturas.

El principal consejo para hacer frente a la ola de calor es evitar exponernos a situaciones en que la temperatura sea excesivamente alta. El segundo paso, mantenerse hidratado / JOHN LOCHER

¿Pero qué ocurre cuando no somos capaces de hacer frente a tanto calor? El cuerpo seguirá produciendo sudor para poder enfriarse. A más sangre destinada a la piel, menos disponible para el resto de funciones corporales. Músculos, cerebro y otros órganos internos se pueden ver afectados por una sudoración prolongada. Algo que, en situaciones extremas, puede dar lugar a enfermedades asociadas con el calor.

Efectos de un golpe de calor

Si llegamos al punto en que nuestro cuerpo se ve expuesto a un calor extremo, llegando a rondar los 40 grados de temperatura interna, podemos sufrir un golpe de calor. Este se caracteriza por dos principales síntomas: aumento de la temperatura corporal (hipertermia) por un lado y afectaciones al sistema nervioso central por el otro. De ahí que las primeras señales de que nuestro cuerpo colapsa ante el calor sean una sensación de calor extremo unido a un cuadro de malestar general.

Algunos de los síntomas característicos de los golpes de calor son fatiga, debilidad, confusión, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, ansiedad, mareos, taquicardia y somnolencia. En algunos casos, aunque menos frecuentes, también se produce ictericia (piel amarillenta), sensibilidad muscular, hipotensión, hemorragias gastrointestinales, moretones y sangrados de piel. En casos extremos, estos síntomas pueden desembocar en la pérdida de consciencia (desmayo), un fallo multiorgánico y la muerte.

Las potenciales víctimas

Según apuntan los expertos, aunque los golpes de calor pueden afectar a cualquiera, existen dos perfiles que se ven más expuestos a padecer los efectos de la subida de las temperaturas. Por un lado, personas sedentarias, mayores o con debilidades y expuestas durante días a condiciones de calor extremo. En segundo lugar, personas activas físicamente expuestas de manera puntual al situaciones de calor extremo a raíz de un excesivo esfuerzo o actividad física.

A partir de estos perfiles, los expertos dibujan dos posibles escenarios en los que encajan la mayoría de personas afectadas por golpes de calor. En primer lugar, los casos de personas mayores halladas inconscientes en sus hogares tras días de padecer los efectos de la subida de las temperaturas. En segundo lugar, jóvenes activos físicamente que colapsan tras realizar intensa actividad física en horas punta. En ambos casos, estos escenarios acaban dando lugar a golpes de calor que desembocan directamente en las salas de urgencia de hospitales y centros de atención primaria de todo el mundo.

Aunque en algunos casos los golpes de calor pueden quedar en un susto, para algunos colectivos los efectos de la subida de temperaturas pueden resultar mortales. Personas de avanzada edad, pacientes bajo medicación o individuos expuestos a entornos excesivamente calientes pueden fallecer debido al aumento de temperaturas propiciado por las olas de calor.