El Gobierno español recibió ayer la mesa en la que Manuel Azaña firmó en el exilio su dimisión como presidente de la República en 1939, gracias a la generosidad de la familia que entonces le acogió y que guardó el mueble como una reliquia durante 80 años. La pequeña mesa de escritorio, con adornos de taracea en su tablero de madera y patas metálicas, se entregó en una ceremonia casi íntima en la casa de la familia Griaule-Franzoni en el pueblo de Collonges-sous Salève, junto a la frontera suiza, donde Azaña vivió entre febrero y diciembre de 1939.

La secretaria de Estado para España Global, Irene Lozano, fue la encargada de recibir formalmente esta pieza histórica, que ayer mismo fue trasladada en una furgoneta al consulado español en Lyon. «La familia la conservó consciente de su valor simbólico e histórico para España, y la recuperamos para que forme parte de nuestro patrimonio», subrayó la secretaria de Estado. Para Lozano, recibir este mueble «tiene un enorme significado en el año en que se cumple el 80 aniversario del exilio español de 1939», al ser un objeto usado por «quien era quizá el exiliado político más relevante».

Azaña se alojó, durante buena parte del año 1939, el de la derrota final del bando republicano y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en casa de Marcel Griaule, un etnógrafo especializado en África, famoso por sus estudios sobre Etiopía y por la gran expedición Dakar-Yibuti que encabezó entre 1928 y 1933. El entonces presidente español «fue a Ginebra con la esperanza de conseguir el apoyo de la Sociedad de Naciones (antecesora de las actuales Naciones Unidas) y al no lograrlo recaló aquí», explicó Lozano.

Azaña dejó España el 5 de febrero de 1939, y firmó su renuncia a la presidencia de la Segunda República sobre la mesa ahora regalada a España el 27 de febrero, cuando vio que Francia y Reino Unido estaban ya inclinadas a reconocer el régimen franquista. «Me es imposible conservar ni siguiera nominalmente mi cargo, al que no renuncié el mismo día que salí de España porque esperaba ver aprovechado este lapso de tiempo en bien de la paz», escribió el líder republicano en esa dimisión, que a efectos formales entró en vigor el 3 de marzo.

En diciembre de ese año se trasladaría a la localidad de Montauban, también en Francia, en la que fallecería el 3 de noviembre de 1940 a los 60 años, y donde sigue enterrado. La mesa fue conservada por la familia francesa que dio refugio a Azaña, conscientes de su valor histórico, e intentaron por ello donarla al ayuntamiento de Collonges, aunque viendo que allí estaba algo condenada al olvido y descuidada la recuperaron para intentar un día entregarla a España.

Trasladada de la casa en la que vivió Azaña -que ya no existe- a otra de la familia, el mueble se convirtió en una pieza más de la peculiar decoración de la rústica vivienda, llena de recuerdos de los viajes africanos de Grieule. «Es una mesa llena de actualidad, porque siempre hay que defender la democracia», señaló ayer emocionado el nieto de Grieule, quien firmó un documento de entrega de la mesa a las autoridades españolas presentes, entre ellas responsables del consulado de Lyon y el director general de España Global, Joaquín de Arístegui. La mesa posiblemente viajará a España en los próximos meses, aunque no se conoce todavía dónde acabará.