El gran uro salvaje ('Bos primigenius primigenius'), progenitor de los bovinos europeos, extinguido en el siglo XVII, ha llegado a un punto en el que cualquier rodeo le puede llevar directamente a resucitar. El genetista italiano Donato Matassino es directo: “Estamos cada vez más cerca de traerlo de vuelta. Los últimos ejemplares se parecen mucho”, afirma.

Matassino es parte de un proyecto europeo que desde el año 2008 lleva adelante la Taurus Foundation para intentar 'resucitar' el animal en Europa mediante cruces controlados de diversas especies que se consideran herederas y, por tanto, llevan parte de sus genes. No es un experimento de manipulación genética, sino un programa de selección entre razas domésticas de toros y vacas actuales.

INMORTALIZADOS EN LASCAUX

Los uros, inmortalizados en las pinturas de las cuevas de Lascauxen Francia -que datan de hace 17.000-18.600 años- y admirados incluso por el general romano Julio César, eran unos megaherbívoros que arribaron desde Asia central a Europa hace 270.000 años y se extendieron por todo el territorio entre el sur de Escandinavia y el norte de África. Pesaban hasta 1.000 kilos, poseían enormes cuernos y medían dos metros de altura, similar a un bisonte, características que les permitían defenderse con agilidad y recorrer grandes distancias.

Sin embargo, la sobreexplotación humana los llevó progresivamente hacia la desaparición, con el último ejemplar fallecido en Jaktorów, Polonia, en 1627. Algo que, según los genetistas conservacionistas, constituyó un grave daño para los ecosistemas europeos. “A diferencia de sus descendientes, su impacto sobre el medio es menos agresivo porque estos animales no necesitan cuidados y son capaces de mantenerse por sí mismos”, explica Ronald Goderie, director de la Taurus Foundation. La función ecológica de los uros fue precisamente lo que motivó el Proyecto Tauros, integrado por un equipo de arqueólogos, historiadores, genetistas, expertos en bovinos y biólogos moleculares.

RAZAS DOMÉSTICAS EMPLEADAS

Finalmente, la iniciativa empieza a cosechar cierto éxito después de que los científicos optaran por una técnica que en inglés se conoce como 'back-breeding' y que consiste en buscar el taxón extinto a través de cruces de razas vivientes, especialmente las que se consideran más cercanas al desaparecido progenitor, como las españolas sayagüesa, limia y pajuna, la italiana maremmana primitiva, la portuguesa maronesa y la croata boskarin. El material genético del extinto uro proviene, en cambio, de ADN extraído de huesos de restos que se encontraban en museos.

El animal resultante "no será un uro al 100%,pero sí muy parecido", afirman los promotores

“En la actualidad estamos en la cuarta generación de cruces y, aunque se trata de un cálculo aproximado, la previsión es que para el 2025 tengamos el ejemplar definitivo, que no será al 100% como el uro pero sí muy parecido”, dice Goderie. Los primeros ejemplares experimentales de uros, unos 200, ya se encuentran hoy en las campiñas europeas, en concreto en España, Portugal, Croacia, Rumanía, Bélgica, Holanda y la República Ceca. Ello fue posible también gracias a Rewilding Europe, un grupo que busca recrear terrenos vírgenes en Europa y de cuya colaboración nacerán nuevos vástagos de uro entre marzo y mayo próximos. Además, la investigación apareció el año pasado en una prestigiosa revista de genética, la inglesa 'Heredity'.

Eso sí, todavía hay trabajo pendiente. “La dificultad mayor hasta ahora es la de los cuernos, que aún tienen que ser perfeccionados”, cuenta Matassino, al indicar que esta es la principal característica física del animal sobre la que aún no hay resultados adecuados. Otro aspecto que también ha de ser mejorado es el del carácter de los uros experimentales que nacieron en el marco del proyecto, todavía demasiado afectados por siglos de domesticación.

EL PROBLEMA DEL CARÁCTER

El problema, claro está, radica en que el patrimonio genético del uro se ha recuperado de forma parcial, pero no total. Y, entre otros aspectos, las razas de bovinos usadas para los cruces llevan siglos viviendo según las reglas del hombre. Eso significa que un reto consiste en desdomesticar los nuevos uros experimentales para acercarlos al carácter original del animal salvaje.

En cualquier caso, los animales originales no eran tan monstruosos como narran las crónicas históricas. Por ejemplo, Julio César, quien en 'La guerra de las Galias' dice de ellos que eran “algo menores que los elefantes” e imposibles de “domesticar ni amansar”. Una versión que asusta también a los actuales detractores de los resucitadores de animales, pero que rechazan estos últimos, haciendo hincapié en que los uros no son más peligrosos que otros vacunos de su misma especie.

Ello, sin embargo, no evita que los trabajos hayan dividido a la comunidad científica. Hay quienes opinan que proyectos como el de la Taurus Foundation están destinados a fracasar, como demostraron 'los bovinos de Heck', realizados en Alemania entre 1920 y 1930 y que no lograron parecerse al extinto uro. También están otros, como el grupo de Uruz Project, que está llevado adelante experimentos similares, y como la famosa genetista Beth Shapiro, quien cree que resucitar especies extintas es “excitante y aterrador al mismo tiempo”, según dijo en la web del Instituto Smithsonian.