Quizá la historia le reserve la gloria del pionero en la manipulación genética de humanos, pero por ahora solo le esperan los barrotes. El genetista chino He Jiangkui fue condenado ayer lunes a tres años de cárcel y tres millones de yuanes (383.000 euros) por ayudar a nacer a dos gemelas con el ADN modificado el pasado año. La cárcel era el previsible colofón desde que su inquietante experimento arrastrara al lodo a todo el gremio científico chino y avergonzara a su Gobierno. Los investigadores Zhang Renli y Qin Jinzhou también fueron condenados, aunque a penas menos graves, por su colaboración. «Los tres carecían del título de doctor y buscaron fama y fortuna violando deliberadamente las regulaciones nacionales (…). Cruzaron los límites de la investigación científica y de la ética médica», subrayó el fallo.

Todos admitieron su culpabilidad.