La aventura de los sapiens fuera de África empezó antes de lo que se creía y, de hecho, todo apunta a que experimentó más vaivenes de lo esperado. El análisis de dos fósiles que durante siglos permanecieron resguardados del tiempo en la cueva de Apidimia, en el sur de Grecia, ha demostrado la presencia de humanos modernos en el continente europeo hace 210.000 años. Esto supone que debemos empezar a relatar la odisea de nuestra especie unos 150.000 años antes de lo que sugerían los restos más antiguos hallados hasta la fecha. Los resultados del estudio, publicado ayer en la revista científica Nature, revelan que la expansión del Homo sapiens en el continente euroasiático es una historia de intentos fallidos, complejas dispersiones, supervivencia tardía y mezcla de grupos humanos que ahora poco a poco está siendo reconstruida gracias a estas prehistóricas huellas.

Los protagonistas de este nuevo capítulo de la historia de los hombres modernos son dos fragmentos de cráneos, que en ambos casos han perdido la mandíbula, hallados a finales de la década de los 70. Los fósiles, bautizados como Apidima 1 y Apidima 2, demuestran la complejidad de las migraciones humanas. Su análisis mediante tomografías computerizadas permitió a los investigadores crear una reconstrucción morfológica de ambos. Apidima 1, el más antiguo y del que solo se conservan unos fragmentos, correspondería a un individuo que vivió hace 210.000 años y que presentaba una mezcla de rasgos de humanos modernos y primitivos. Apidima 2, en cambio, perteneció a un espécimen de rasgos neandertales que vivió hace más de 170.000 años. Esta no es la primera vez que un fósil obliga a replantear la historia de los sapiens. A principios del año pasado, la revista Science se hizo eco del hallazgo de otro fósil de humano en Misliya.