El enésimo escándalo de la poderosa industria automovilística alemana empieza a cobrarse las primeras víctimas en los despachos. Después de destaparse el lunes que las principales compañías del sector habrían subvencionado experimentos con seres humanos y primates para determinar la nocividad de los gases producidos por sus vehículos diésel, este martes Volkswagen suspendió a su responsable de relaciones externas y de sostenibilidad, quien aseguró conocer las pruebas.

Aunque temporalmente, Thomas Steg se ha convertido así en el primer alto cargo señalado como culpable de unas prácticas «antiéticas» e «indignantes» en las que se hacía inhalar dióxido de nitrógeno (NO2) a cobayas humanas y que ya han sido repudiadas con unanimidad por el sector. Antiguo portavoz de los gobiernos de la cancillera Angela Merkel y de su predecesor, el socialdemócrata Gerhard Schröder, Steg activó la puerta giratoria para aterrizar en el 2012 en Volkswagen. Allí se convirtió en un hombre de confianza de Matthias Müller, director ejecutivo de la casa de Wolfsburgo, quien aceptó su suspensión «hasta que se esclarezcan los hechos y su responsabilidad» y aseguró que iniciará una investigación.

Este lunes el sector del automóvil volvió a quedar contra las cuerdas después que la prensa destapase la participación de pesos pesados de la industria del motor como Volkswagen, BMW o Daimler (fabricante de Mercedes) en la promoción de experimentos en los que humanos y primates debían exponerse a la inhalación de esos gases, también emitidos por los vehículos diésel de las compañías, con la intención de demostrar que esos motores no tenían consecuencias graves sobre la salud de los ciudadanos. Las pruebas mostraron que los sujetos no presentaban «reacciones adversas significativas». Esos experimentos fueron apoyados por la Asociación Europea de Estudios sobre la Salud y el Medio Ambiente en el Transporte, un grupo de presión.