La Policía Nacional ha detenido en Segovia a un hombre como presunto responsable del secuestro de cuatro mujeres cerca del Hospital La Paz, en Madrid, a las que después violaba. Se trata de Pedro Luis Gallego, conocido como el violador del ascensor, que fue puesto en libertad a finales del 2013 en aplicación de la derogación de la doctrina Parot.

Gallego fue condenado a penas que sumaban 273 años de cárcel por el asesinato en Valladolid de la joven de 17 años Leticia Lebrato; el asesinato y violación de la burgalesa Marta Obregón, de 19 años; y 18 agresiones sexuales. En el 2008 se le aplicó esta derogación, lo que obligaba a su liberación, porque fue condenado con el Código Penal de 1973, en el que se permitía aplicar las reducciones de pena al tiempo máximo de encarcelamiento de 30 años.

Desde hace meses, y tras las denuncias de dos mujeres, los investigadores buscaban a este violador que, a punta de pistola, raptaba en la calle del Arzobispo Morcillo, situada en el distrito de Fuencarral-El Pardo, muy cerca de La Paz, a mujeres para después trasladarlas a otro lugar y agredirlas sexualmente. Se le imputan cuatro agresiones sexuales, dos de ellas consumadas y otras dos en grado de tentativa, según ha informado a Efe la Jefatura Superior de Policía de Madrid.

Pedro Luis Gallego, de 59 años, perpetró su primera agresión sexual a los 19 años, en 1976, pero no ingresó en prisión hasta el 20 de junio de 1979. Salió de la cárcel y volvió a entrar en varias ocasiones tras reincidir en sus delitos hasta mediados de los años 90, cuando fue condenado y encarcelado por última vez.

Aprovechaba su profesión como mecánico de ascensores para acceder a los edificios de sus víctimas. Su manera de actuar para consumar las agresiones era la de esperar a que las mujeres entraran en el portal de la vivienda para, cuando llegaban al ascensor, sujetarlas e introducirlas en el habitáculo para forzarlas de modo muy cruel, según testificaron sus víctimas.

EL PISO DE SEGOVIA / En sus recientes agresiones, el violador del ascensor apresaba de noche a sus víctimas a punta de pistola cerca del hospital madrileño de La Paz, las maniataba y tapaba los ojos para llevarlas en un coche hasta un piso de Segovia donde las violaba.

Fuentes de la investigación han indicado a Efe que las cuatro víctimas -dos violaciones consumadas y dos en grado tentativa- rondan los veinte años y describieron a un hombre fuerte. Actuó en al menos cuatro ocasiones entre diciembre de 2016 y abril de 2017, y ahora se investiga si cometió alguna agresión más, añaden las fuentes que detallan el modus operandi del rebautizado como violador de La Paz -Pedro Luis Gallego-, que está en dependencias policiales y hoy pasará a disposición judicial.

En todos los casos abordaba de noche a las chicas en una zona trasera del hospital madrileño por la espalda y a punta de pistola. En dos ocasiones, consiguió amordazar a sus víctimas, taparles los ojos y maniatarlas con bridas para introducirlas a la fuerza en su coche. Desde ahí emprendió rumbo hasta Segovia capital, a una hora de Madrid, donde las violó en un piso. Luego hacía el camino en sentido inverso y dejaba a las jóvenes en las proximidades del lugar donde las había raptado.

Según las mismas fuentes, llevaba tiempo viviendo en Segovia donde tiene familia y una novia, que presenció el arresto en plena calle. No opuso resistencia y se mostró tranquilo en todo momento. El violador del ascensor llevaba sin actuar, que se sepa, desde abril cuando pudo ver en las noticias que la Policía buscaba a un violador en las cercanías del hospital La Paz, concretamente por la parte posterior.

Los vecinos del violador manifestaron ayer su «asombro e indignación» con la Justicia que, a su juicio, ha permitido que Gallego volviera a agredir a otras cuatro chicas tras salir de prisión en 2013 después de haber asesinado a dos jóvenes. En el bajo del edificio número 16 de la calle Dámaso Alonso de Segovia vivía de alquiler Gallego desde hacía más de dos años. Del detenido han dicho que era un hombre que no daba buena impresión y que tenía como manía la de cerrar constantemente todas las puertas.