Los curas no podrán casarse, pero el papa Francisco abre la puerta a la ordenación sacerdotal de hombres casados “de probada fe”, principalmente en zonas del mundo donde los sacerdotes son insuficientes para atender a los fieles. Jorge Bergoglio lo ha confirmado en una entrevista concedida por primera vez a un diario alemán, el Die Zeit.

“El celibato libre no es una solución”, ha dicho Francisco en referencia a la iglesia latina de Roma (los católicos ortodoxos se pueden casar con algunas restricciones), pero en la entrevista añade que es necesario “reflexionar sobre si los varones de fe segura constituyen una posibilidad”, en referencia a hombres casados con una vida religiosa eviedente y comprobada. Y ha añadido: “Tenemos que establecer cuáles pueden ser los deberes que asuman, por ejemplo, en las comunidades aisladas”.

A parte del hecho de que el matrimonio de los curas no es un dogma de fe, o sea, algo intocale, sino sólo una disciplina, la frase del Papa sale al paso de algo que desde hace años se rumorea en los ambientes vaticanos sobre cómo sustituir la falta de sacerdotes en las exterminadas diócesis de la región de Amazonas, en Brasil. En la región viven 700.000 fieles católicos, reunidos en 800 comunidades o aldeas y cuentan con sólo 27 curas.

ATENCIÓN A LOS FIELES

El principal espónsor de dicha solución es el cardenal brasileño jubilado Claudio Humes -un papable en el Cónclave de 2013--, y gran amigo de Bergoglio, que ha recorrido a lo largo de la región de Amazonas, estudiando el problema y una posible solución. Le apoya el obispo austríaco, Erwin Kraeutler, que vive en la región y que ha pedido al papa de poder asegurar de alguna manera la atención de tantos fieles con tan pocos sacerdotes. “Los católicos de Amazonas ven a un cura una o dos veces al año”, ha dicho.

Hace exactamente un año, el secretario de Estado, Pietro Parolin, habló de una “emergencia sacramental” en algunas zonas del mundo a causa de la escasez de sacerdotes, considerando que el debate sobre la ordenación de varones de probada fe “es legítimo, aun salvaguardando la belleza y el nivel de la opción del celibato”.

DIÁCONOS, OTRA SOLUCIÓN

Recientemente, el cardenal Humes recibió de los obispos de Amazonas la petición de que todas la órdenes religiosas católicas enviasen a la región dos sacerdotes para suplir la carencia, pero el interesado se negó rotundamente. Adujo que el Papa actual prefiere que no vayan misioneros, sino que cada comunidad católica resuelva su problema. “Cada comunidad tiene que evangelizarse por sí misma”, habría dicho Humes. Una posibilidad serían los diáconos permanentes, a quienes nada impediria que estuvieran casados y la otra sería la de ordenar como curas a hombres casados.

Los obispos alemanes, que colaboran de manera importante desde un punto de visto económico con las iglesias latinoamericanas, presionarían en este sentido. “El celibato no es un dogma, sino un don”, ha repetido con frecuencia Jorge Bergoglio.

En la Iglesia de Roma, el Concilio Lateranenese III de 1179 estableció que el celibato “no es un dogma, sino una medida canónica (de ley)”. En la Iglesia Católica actual existen sacerdotes casados, como los ortodoxos y los anglicanos (varios centenares con sus familias), vueltos al redil a causa de las aperturas de la Iglesia anglinana hacia los sacerdotes gais y la ordenación sacerdotal de las mujeres.